CRÓNICAS DE RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS
MOSSAD TEMIDO PODEROSO POLÉMICO
ISRAEL DESDE 1948
En 1947 la ONU aprobó (resolución 181) la creación de sendos Estados independientes, uno árabe y otro judío, en la tierra de Canaán (Palestina, Tierra Santa, Israel). Varios países árabes (Siria, Egipto, Jordania) no acataron la resolución. Cinco guerras ha soportado Israel desde entonces. Sólo la fuerza militar y la unidad del pueblo judío han preservado la existencia del Estado de Israel, un ejemplo de resistencia frente a tantos enemigos juntos. En numerosas ocasiones Israel ha dado pruebas de querer solucionar el conflicto de forma negociada, pero los árabes radicales tienen la misma idea de siempre: arrojar a los judíos a las profundidades del mar. Las concesiones de Ariel Sharon tampoco han servido de nada porque tras la elección del presidente Ehud Olmert han continuado los atentados y la advertencia de los terroristas palestinos de no reconocer nunca la soberanía del Estado hebreo. Pero ¿qué responsabilidades han tenido las autoridades de Líbano, Siria e Irán en ese continuo desafío a Israel? ¿Se limitará Israel a desmantelar el santuario terrorista palestino en Líbano o atacará de una vez las instalaciones nucleares iraníes? Oriente Medio, Corea del Norte, Afganistán… y Hugo Chavéz Frías, el cagón de Miraflores (renunció a la presidencia de Venezuela sin pegar ni un tiro y regresó con un crucifijo entre las manos cuando los golpistas contrarios a los poderes absolutistas "decretados" por Pedro Carmona Estanga dieron marcha atrás), jugando con fuego (Cuba, Bolivia, FARC) en América Latina… ¿El mundo abocado a la III Guerra Mundial? Todo menos permitir la destrucción de Israel, el bastión de Occidente en Oriente Medio.
ISRAEL II PARTE
Desde 1948, Israel jamás ha atacado a ningún Estado vecino, salvo en legítima defensa. Tres guerras
en 1949, 1956 y 1967 (provocadas conjuntamente por Siria, Jordania y Egipto) terminaron en la
derrota de los árabes. La guerra de los Seis Dias consagró a Israel como potencia militar en
Oriente Medio. Ocupó los Altos del Golán (Siria), Cisjordania (Jordania) y la península del
Sinaí (Egipto) para evitar futuras agresiones. Asimismo se anexionó Jerusalén Oriental (donde
reposan los Santos Lugares). Humillado Gamal Nasser, en 1967, seis años después, Anuar el-Sadat,
mientras los judíos celebraban el Yom Kipur (Día del Perdón), lanzó un ataque relámpago contra
los territorios ocupados por Israel. La contraofensiva ordenada por Menahem Begin provocó la
claudicación de Egipto. En 1977, Sadat y Begin fumaron la pipa de la paz y Egipto
recuperó la península del Sinaí. Sin embargo hubo disparidad de opiniones en el mundo árabe, pues
la Liga Árabe y la OPEP expulsaron a Egipto de ambas organizaciones. En 1981, Sadat murió asesinado
por "traidor". La OLP, sin el apoyo de Egito ni Jordania (cuya expulsión se produjo tras el fallido
intento de asesinar al rey Abdullah Hussein), trasladó
a Líbano sus bases de operaciones terroristas. La contraofensiva de Israel en 1982 provocó la
estampida de la plana mayor de los palestinos hacia Túnez. En aquella década surgieron las
organizaciones Hamas y la Yijad Islámica (ambas con el propósito de destruir a Israel mediante
la inmolación de sus "mártires" o kamikazes) y el Estado de Palestina en el exilio.
EEUU
reconoció el liderazgo de la OLP en el futuro proceso de negociación con Israel,
pero la guerra del Golfo (contra Irak tras haber invadido Kuwait) supuso un revés para las
esperanzas de paz entre ambos bandos por el alineamiento de Yasser Arafat junto a Sadam Hussein. Derrotada Irak, el "pragmático" líder de la OLP regresó a la mesa de negociación. Madrid, Oslo,
Washington (periplo de la negociación entre árabes y palestinos). "Paz por territorios" (petición de los palestinos). "Paz por paz" (contraoferta de Israel para conservar los territorios ocupados como escudos defensivos). Tras dos años de negociación, el 13 de septiembre de 1993, Yasser Arafat e Isaac Rabin (jefe del gobierno israelí) sellaron en la Casa Blanca el reconocimiento mutuo entre judíos y palestinos, así como pusieron las bases para la progresiva retirada de Israel de Gaza y Cisjordania bajo la Autoridad Nacional Palestina. Sin embargo los enemigos de la paz en ambos bandos no se quedaron de brazos cruzados. Atentados terroristas palestinos y asesinato de Isaac Rabin por "traidor". La efímera jefatura de Simón Peres en sustitución de Isaac Rabin dio paso a la magistratura de Benjamin Netanyahu. Tres negativas a modo de jarro de agua fría: no a la retirada de Israel de los Altos del Golán; no a la división de Jerusalén; no
a la constitución de un Estado palestino. El mandato de Benjamin Netanyahu estuvo marcado por una sangrienta oleada de atentados cometidos por los "mártires" de Hamas. Mataban civiles indefensos como moscas. Ehud Barak sustituyó a Netanyahu y retomó la senda de Isaac Rabin. Pero duró poco tiempo en la jefatura del gobierno. Ariel Sharon (cuya visita a la Explanada de las Mezquitas o Monte del Templo desató la famosa "intifada" o guerra de las piedras a manos de las turbas palestinas, aun cuando en ese lugar se asienta una parte de la historia del pueblo hebreo con 4.000 años de antigüedad) sustituyó a Barak en el 2001. No sirvió de nada su talante negociador y el desmantelamiento de las colonias judías en Gaza. Nada más ser nombrado como presidente Ehud Olmer (en sustitución del moribundo Ariel Sharon) los "martires" palestinos volvieron a las andadas. Desde entonces no han cesado en sus provocaciones desde la frontera libanesa y las amenazas en comandita con Irán de borrar del mapa a Israel. La contraofensiva de Israel en Líbano (tercera después de las otras dos en 1982 y 1996) ha sido inevitable. ¿Habrá paz alguna vez en Oriente Medio entre árabes y judíos? Desde luego si los árabes consiguen su propósito será la paz de los cementerios (judíos). ¿La contraofensiva israelí se limitará a bombardear el santuario terrorista proiraní en Líbano (entremezclado con la población para luego denunciar la "masacre" de civiles) o proseguirá hacia el corazón de Irán para eliminar de una vez la amenaza nuclear?
SHALOM ISRAEL
Seis años desde la retirada de Israel (en son de paz) de Líbano; seis años de penetración de Irán
en Líbano a través de Hezbola (vanguardia terrorista contra Israel); seis años de acumulación de
armas y explosivos en Líbano para "borrar del mapa" a Israel: 12.000 misiles apuntando a los judíos desde las bases operativas terroristas camufladas entre la
población libanesa (edificios de vecinos, locales comerciales, sótanos). Secuestro y asesinato
de militares israelíes en la frontera con Líbano
y contraofensiva inevitable de Israel contra las bases operativas terroristas de Irán en Líbano
en forma de bombardeo de los arsenales (camuflados entre la población) y los puentes y las
carreteras para evitar el
aprovisionamiento de más armas y el trasiego como Pedro por su casa
de los terroristas. Inevitable ocupación del sur de Líbano como escudo defensivo de la soberanía
y la seguridad del pueblo judío. ¿Empleo desmedido de la fuerza militar contra Líbano? Mejor
prevenir que curar. Israel vive bajo la amenaza permanente desde hace sesenta años. Amenaza
de unos y vista gorda de otros (fascistas, monigotes de la "alianza de civilizaciones", comunistas).
Mano dura contra los enemigos de Occidente. Ah, por cierto, Gaspar. Vete a la puta mierda,
bacinilla de la "casa común" y don nadie en las urnas. ¿Para cuándo una manifestación contra
los crímenes del
GAL o contra el genocidio de Paracuellos, desmemoriado?
EN DEFENSA DE ISRAEL
"Después de los bombardeos de Beirut, de los cientos de miles de desplazados, las decenas de
muertos de las últimas semanas. ¿Es posible decir algo en defensa de Israel? Sí, sin duda.
Es posible, es necesario decir que Israel tiene derecho a existir. Israel tiene derecho a ser
reconocido como Estado, con fronteras estables y seguras. Israel tiene derecho a defenderse.
Israel tiene el derecho y la obligación de proteger a sus ciudadanos. Eso puede decirse como
mínimo: lo mismo que se diría de cualquier otro Estado, de Congo, Francia o México. A
continuación, desde ese punto de partida, puede discutirse casi todo: el sentido o la
desproporción de los ataques actuales contra Hezbolá en territorio libanés, puede criticarse
la estrategia diplomática o militar israelí, pueden condenarse los excesos en términos morales
o puramente pragmáticos, puede y debe pedirse un cese de hostilidades y la intervención de una
fuerza multilateral —eficaz, suficiente— en la frontera de Israel y Líbano, por ejemplo. Pero
es indispensable hacer explícita esa primera premisa.
Parece de una obviedad absoluta, como para no discutirla siquiera. Sin embargo, con demasiada
frecuencia se olvida o no se dice que ese primer, mínimo derecho no está garantizado para
Israel, que es el único Estado en la comunidad internacional cuyo derecho a existir es puesto
en duda de modo sistemático, cotidiano, ruidoso, amenazador. Siria, Irán, Libia, se rehúsan a
reconocer a Israel, lo mismo que Hamás, Hezbolá, Al-Quaeda, Jihad Ilámica, proclaman
abiertamente su intención de destruirlo, aniquilar o expulsar a la población judía de Oriente
Medio. La política exterior israelí debe entenderse en ese contexto. Si se olvida o no se
toma en cuenta, si se omite la consideración de que Israel es un Estado bajo la amenaza de
ser aniquilado por sus vecinos —que ni lo ocultan ni lo disimulan— no se entiende nada de lo
que sucede o, más bien, lo poco que se entiende y se dice es propaganda
.
Comprenderlo todo, o tratar de comprenderlo todo no implica perdonarlo todo, pero más vale
siempre hacer el intento de comprender.
Pongámonos de acuerdo sobre los hechos. La frontera de Israel es relativamente reciente y
discutida, producto de los procesos de descolonización del siglo pasado: como la mayoría de
las fronteras de Asia y África. Las hubo de trazo más o menos azaroso y conflictivo. Se
diseñaron las fronteras de Malawi y Zambia, por ejemplo, cuando no pudo evitarse la
declaración unilateral de independencia de Rhodesia. Se decidió la partición de India y
Pakistán con la idea de conferir el derecho de autodeterminación a dos comunidades religiosas
distintas. Algo similar sucedió con el reparto de los restos del imperio otomano: para impedir
la integración de una Gran Siria se formaron los territorios de Siria, Palestina, Líbano,
Irak y Jordania; en Palestina se dividió el territorio entre las comunidades árabe y judía para
que cada una formase un Estado en las zonas en que era mayoritaria.
Los gobiernos árabes de la región rechazaron el reparto de Palestina cuando lo propuso la
Comisión Peel en 1937 y cuando lo estableció la ONU en 1947. Hasta la fecha, entre quienes se
rehúsan a aceptar la existencia de los dos Estados, los moderados defienden la idea de un solo
Estado, laico, binacional. Los ejemplos recientes de Yugoslavia, Líbano o incluso de Irak
sugieren que no es una buena idea y, desde luego, después de sesenta años de guerras, parece
absolutamente impracticable. El fundamento de esa pretensión, por otra parte, es bastante
endeble: la nación palestina, con ese referente territorial, ha sido construida a partir del
conflicto con Israel, en lo que era una tierra de refugio y comercio en la que convivían
árabes, judíos, egipcios, drusos, turcos, griegos, argelinos, después un protectorado británico
alternativamente asociado a Siria, Jordania, incluso Egipto. Siempre hubo, desde hace un par
de milenios, comunidades judías considerables en Jerusalem, Safed, Hebrón, Gaza, Accra, Jericó,
Haifa, alrededor del lago Tiberíades; aumentaron con las migraciones de fines del siglo
diecinueve y de la segunda década del siglo veinte (la primera Aliyah de 1882 a 1903,
la segunda, de 1904 a 1914), y después de la segunda guerra mundial, por supuesto, y después de
la declaración de independencia de Israel, cuando los judíos fueron expulsados o se vieron
obligados a abandonar buena parte de los países árabes: Egipto, Yemen, Líbano, Túnez,
Marruecos, Libia, Siria, Irak. La población árabe y judía estaba mezclada en las dos zonas,
desde luego, pero era indudablemente mayoritaria en la que la ONU definió para cada una; es
decir: lo que trató de hacer la Sociedad de Naciones, lo que hizo a fin de cuentas la ONU fue
poner en práctica el principio de autodeterminación para comunidades con raíces históricas en
la zona, con tradiciones, religión, lengua y costumbres muy diferentes.
Puesto en blanco y negro: para quien quiera verlo es obvio que los judíos
no llegaron a
conquistar un territorio ajeno
ni arrebataron su tierra a una nación. Vinieron después las
guerras: la de 1948, la de los Seis Días, la de Yom Kippur, la de Líbano de 1982; todas
produjeron movimientos de población, campos de refugiados, cambios de fronteras. Israel fue
siempre la parte agredida, ya fuese por los Estados —Jordania, Egipto, Siria, Líbano, Irak— o
por grupos armados cobijados, protegidos, financiados y armados por esos Estados. No hay mayor
misterio en ello: la defensa intransigente de la "causa palestina" se convirtió en el
principal recurso de legitimación para los líderes de los países árabes, empezando por Nasser,
y la existencia de los refugiados, de un número cada vez mayor de refugiados, se convirtió en
una bandera de enorme valor internacional. Para los países árabes —Egipto, Siria, Irak— ha
sido hasta ahora relativamente sencillo atacar a Israel: fracasarán, pero no pierden nada, y
ganan prestigio, mientras que Israel se juega su supervivencia en cada conflicto. Están
también las atrocidades, desde las masacres de Sabra y Shatila, hasta las decenas de bombas en
las ciudades israelíes.
¿Hay solución? Sin duda. El principio básico es la declaración 242 del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas, que exige a Israel que se retire de los territorios ocupados durante la Guerra
de los Seis Días (es el punto primero) y exige "a todos los Estados beligerantes (...) el
reconocimiento de la soberanía, la integridad territorial y la independencia política de cada
uno de los Estados de la región, y su derecho a vivir en paz dentro de fronteras seguras y
reconocidas, al abrigo de cualquier amenaza o acto de fuerza" (es el punto segundo). Israel
firmó la paz con Egipto y entregó la península de Sinaí, firmó la paz con Jordania y entregó
la margen oriental del Jordán, y no ha vuelto a tener problemas, a pesar de que haya habido
ataques terroristas de egipcios o jordanos en territorio israelí o contra ciudadanos de Israel.
Insisto: el principio básico está claro, la definición concreta de las fronteras es un
problema técnico que podría resolverse mediante un documento como el que propusieron
intelectuales israelitas y palestinos en Ginebra hace un par de años.
El problema son los Estados que han formado lo que se llama el "frente del rechazo": Libia,
Siria, Irán, que no reconocen el derecho a existir del Estado de Israel. El problema es que
Arafat fundó su autoridad durante décadas en la intransigencia y sólo a medias y en un
complicado equilibrio con Hamás aceptó "provisionalmente" la idea de los dos Estados.
En las últimas dos décadas el conflicto ha cambiado de naturaleza. Ahora es una "guerra santa"
del Islam dirigida sobre todo por Irán, a través de Hezbolá y Hamás, cuyo propósito explícito
y declarado es destruir al Estado de Israel, aniquilar a los judíos (la Constitución de Hamás
es un puro delirio antisemita que no vale la pena ni recordar). Es lógico que se sientan
amenazados y que reaccionen con mesura los regímenes de Arabia Saudita, Egipto y Jordania, en
crisis como la actual: después de todo, saben que en Israel se juega su propio futuro.
Lo de los últimos quince días es muy simple. Por lo visto, ni el Estado libanés ni las tropas
de la ONU han podido evitar que Hezbolá acumule un arsenal de más de trece mil cohetes para
atacar a Israel, nadie puede impedir que dispare entre cuarenta y sesenta diarios contra
ciudades de Israel. ¿Qué debería hacer el Estado israelí? ¿Qué debería hacer la comunidad
internacional? ¿Qué hizo cuando Milosevic trató de reconquistar Croacia o impedir la
independencia de Bosnia?
Yo entiendo la preocupación de los intelectuales mexicanos por la paz en Líbano. La comparto.
No entiendo que no les hayan preocupado nunca los atentados suicidas en Tel Aviv o Jerusalem.
No entiendo que se les dé un ardite la masacre de la población de Darfur (casi medio millón de
muertos, tres millones de desplazados), que no hayan dicho nada de la invasión —una invasión
de pillaje, sin paliativos— del Congo por Uganda, Ruanda, Angola y Zimbabwe (más de dos
millones de muertos en diez años). Nada, ni una línea de condena, ni un gesto de desagrado,
ellos sabrán por qué. Pero entiendo también el enojo del embajador de Israel en México, y
mucho más después de leer el editorial que le dedicó el periódico "La Jornada" el 27 de julio pasado en que
dice que sus declaraciones son "dignas de Goebbels". ¿Por qué será que cuando hablan de Israel
y de los judíos lo primero que les viene a la cabeza a los redactores de "La Jornada" es el
nazismo, para decir que los judíos son nazis? Después dice lo imaginable: que Israel practica
"sin ningún disimulo el terrorismo de Estado" y se dedica a "prácticas genocidas" en Líbano.
¿Genocidas? ¿Hablamos el mismo idioma? Y termina con la nota de color local, para enardecer a
sus lectores: "Resulta inevitable, en este contexto, preguntarse si el representante de Tel
Aviv no es partícipe de la campaña de odio lanzada [en México] por los círculos más cavernarios
e intolerantes del grupo en el poder contra los mejores exponentes de la inteligencia nacional".
Sus palabras, dice el periódico, son "una ominosa afiliación a la agresividad yunquista contra
mexicanos ilustres". También entre nosotros, hoy, el antisemitismo resulta ser rentable.
Es triste, patético, doloroso, pero es así. Hace falta por eso, por pura honestidad, dejar en
claro lo que puede decirse en defensa de Israel".
Fernando Escalante Gonzalbo.
TERRORISMO CONTRA OCCIDENTE
Al iniciarse la década de los años 80 se creó la Guardia Revolucionaria Islámica, como un cuerpo elite del ejércitó iraní para
exportar los ideales del ayatolá Ruholla Khomeini a las comunidades chiítas del mundo musulmán, a saber: Afganistán,
Pakistán, Azerbaiyán, India, Líbano... Este cuerpo elite operaba y opera aún bajo la dirección del Ministerio de Inteligencia y
Seguridad iraní, el cual es dirigido, por lo general, por un clérigo.
Las decisiones de este Ministerio se toman a la luz de la ideología islámica, pero se reconoce que el nacionalismo de los
iraníes, el antiguo imperio persa, también juega un papel importante en tales directrices. Sucede que los persas se
consideran a sí mismos como los integrantes de una etnia y como los portadores de una herencia cultural muy superior
a la de los pueblos árabes.
Tras los antecedentes descritos emerge la milicia radical chiíta, el Hizbulá, en el Líbano como un movimiento guerrillero para
consolidar los intereses de Irán en la región y para atacar a Israel o sus intereses en otros lugares del mundo, como sucedió con la embajada de Israel en Argentina en 1992 y en 1994. Y desde entonces, ejecutan uno o dos actos terroristas por año contra Occidente.
La relación entre Hizbulá y el Ministerio mencionado es evidente. Un portavoz del Hizbulá iraní dijo recientemente
que "desencadenaría ataques militares contra los israelitas y los estadounidenses si su líder supremo, el ayatolá Alí Khamenei,
impartía la orden. Pero el Ministerio involucrado niega a diario toda relación con su brazo armado.
Las sofisticadas y costosas armas que posee Hizbulá en Líbano, los entrenamientos de sus milicias, sus equipos de
comunicaciones y la manutención de unos 3.000 combatientes y 10.000 reservistas, no parecen estar financiadas por un
Líbano con 3.8 millones de pobres y un ejército de 1.100 soldados y 75.000 reservistas.
Algunas mentes sensatas del mundo islámico consideran que los Hizbulá y los Al Qaeda le están creando una situación
insostenible a su población civil con su terrorismo contra Occidente. Se sospecha, incluso, que ven con agrado todo cuanto
debilite estas organizaciones.
Los expertos estiman sumamente improbable que Irán o Siria puedan enviarles refuerzos significativos a Hizbulá, porque si
los enviaran, seguramente se escalaría el conflicto a todo el Oriente Medio y ellos mismos tienen demasiados intereses en
la región.
Los judíos consideran (no sin razón) que están librando la batalla por la civilización occidental frente a los extremistas
islámicos, quienes mezclan intereses políticos y religiosos para retroceder nuestra civilización al gobierno de sus retrógrados
líderes religiosos.
Hernán González Rodríguez.
VICTORIA MILITAR ¿DERROTA POLÍTICA?
La guerrilla musulmana sirioiraní amenazó con sepultar a las tropas hebreas si continuaban
hacia el río Litani (objetivo del mando de la fuerza terrestre israelí para cerrar la frontera
con Líbano junto a los Altos del Golán). Bravatas de asesinos de niños, viejos y civiles desarmados.
¡¡Israel conquistó el objetivo!! Sin embargo no debe convertir la victoria militar en una derrota
entre bambalinas diplomáticas. ¿Traspasar el control de la zona sur de Líbano conquistado después
de un mes de contraofensiva a los inofensivos "cascos azules" de la ONU? ¿Permitir la presencia
de soldados españoles después de las martingalas del gobierno de Rodríguez Zapatero y la campaña
antisemita de los medios de comunicación afines? ¿Acaso los "cascos azules" van a desarmar a la
guerrilla sirioiraní como determinó el Consejo de Seguridad de la ONU a través de la Resolución 1559 hace dos años? ¿Que
Israel tampoco ha cumplido la Resolución 242 de
abandonar los territorios ocupados durante la guerra de los Seis Días? Los palestinos
tardaron en aceptar la segunda condición de la resolución (reconocimiento del Estado de Israel)
veinte años, y a finales de la década de los ochenta Yasser Arafat e Isaac Rabin comenzaron
por fin las negociaciones para la descolonización de Gaza y Cisjordania. ¡¡Pero!! La cabra
siempre tira al monte. La OLP se alineó con Irak en la invasión de Kuwait (Sadam Hussein de
repente se convirtió en un "paladín" de la causa palestina e incitó a la "guerra santa" contra
Occidente para en realidad desviar la atención de sus planes anexionistas). Después de la derrota
de Irak, Yasser Arafat (un tipo históricamente conflictivo en Siria, Jordania, Líbano)
recuperó la cordura negociadora con Isaac Rabin (cordura negociadora descalificada por
Hamas, Yijad Islámica,
Hizbola, Siria, Irán,
TODOS proclives a "borrar del mapa" a Israel). ¿Incumplimiento de
resoluciones de la ONU? La primera resolución incumplida, la Resolución 181, por la cual se
creaba el Estado de Israel, la incumplieron varios miembros de la Liga Árabe (entre ellos
Líbano) declarando la guerra contra Israel. Alto el fuego en el río Litani, sí, pero
no la desmilitarización del teatro de operaciones mientras el Consejo de Seguridad de la ONU no garantice a Israel el cumplimiento de la Resolución 1559
por parte de los 15.000 "cascos azules" como fuerza de interposición. ¿Soldados españoles desplegados
en Líbano? Israel debe vetarlos por sentido común. ¿También 15.000 "soldados" libaneses (muchos pertenecen
a Hezbola como ha reconocido el gobierno títere del Estado "soberano" de Líbano) montando
guardia en la frontera con Israel para evitar los ataques de la guerrilla sirioiraní? Israel
también debe rechazarlos por sentido común. Israel no puede olvidar la historia reciente; ese
fracaso de los inofensivos "cascos azules" y su cuasi compadreo con los terroristas musulmanes
para no quedarse de nuevo con el culo a la intemperie. ¿Y otra vez a empezar de cero? ¿Afrontar
una nueva guerra de desgaste? La mayor amenaza para la supervivencia del pueblo judío radica
en la situación económica fruto de tantos gastos militares. Más impuestos, menos consumo, más
desempleo, menos producción, más emigración, menos soldados... Colapso de la economía y hachazo
de la Media Luna. Occidente no debe suicidarse en Israel. Hay más de 1.000 millones de musulmanes
desde el mar de Filipinas hasta las costas de África Occidental (a un tiro de piedra de las
Islas Canarias). ¿Europa convertida en Eurabia o intercambio de pepinos atómicos? ¿Qué
hará China? ¿Qué hará Rusia? ¿Qué hará Corea del Norte? ¿Qué hará India? ¿Qué hará Pakistán?
¡¡Pum!! El planeta a tomar por saco.
TRES CONTRA UNO
El gobierno de Líbano ha confirmado su complicidad en la guerra contra Israel (no desarmará
a la guerrilla terrorista sirioiraní); el gobierno de Siria (tras un mes de "cauto" silencio)
ha prometido más apoyo a sus aliados terroristas libaneses y el gobierno de Irán
(tras un mes de "cauto" silencio) ha manifestado que sus proyectos nucleares siguen intactos.
Tres contra uno mientras los asalariados occidentales del fascismo islámico y los herederos
españoles de los genocidas de Paracuellos (comunistas sin presente ni futuro) hablaban de
"matanzas" de civiles libaneses. ¿Alto el fuego en Oriente Medio? Más pronto o más tarde Occidente
deberá atacar el problema con todas las consecuencias. Una civilización inferior no puede arrebatarle
por la fuerza su patrimonio democrático, científico y económico. ¿Qué atesora la civilización
de la Media Luna? Petróleo y masas enormes de emigrantes (futuro caballo de Troya) hacia el mundo
libre. ¿Con semejante bagaje pretende derrotar a EEUU y Europa? Basta de soportar el chantaje
de los salvajes islámicos con el arma del petróleo. ¿Por qué no se lo quita Occidente en nombre
de la paz? ¿Por qué ellos pueden nacionalizar sus recursos naturales y EEUU y Europa
han de soportar la invasión de inmigrantes musulmanes y la amenaza del chantaje petrolero?
GUERRA A LA VISTA
¿Y ahora qué? Ayer a bombo y platillo el
Consejo de Seguridad aprobó una resolución (1701) tan corta como ambigua. No se condiciona el cese de hostilidades
a la puesta en libertad de los soldados israelíes, si bien hay un punto que se refiere a su libertad. Por otra parte se hace
referencia a la resolución 1559 pero tampoco se hace explícito que Hezbolá deba ser desarmada totalmente
(o sólo en el sur del Líbano). Habrá una fuerza de interposición de la ONU con tropas libanesas, pero en dicho gobierno
del Líbano está la banda criminal de obediencia islámica Hezbolá y nada se dice de que deba adoptar una nueva actitud.
Ayer se aprobó la resolución 1701, y si bien es cierto que sin la presión militar de Israel nada de lo que estamos hablando
hubiera sido aprobado desde la ONU y la resolución 1701 justifica las operaciones de Israel y dice que Hizbulá fue el que
atacó primero; exige la devolución sin condiciones de los dos soldados israelíes que capturó; crea una zona desmilitarizada en
el sur de Líbano y la zona de frontera bajo control de 15.000 soldados libaneses y otros 15.000 de la ONU, y estos son
éxitos de primera magnitud para Israel es tan exiguamente corta que es la antesala de una nueva guerra, al tiempo, y Dios
quiera que nos equivoquemos.
Irán ha recibido un ligero revés al hacerle entender que no puede utilizar a su peón Hezbolá-Líbano como factor de
desestabilización y sabe además que ahora deberá afrontar directamente el precio del desvío político de sus acciones y su
ansia de potencial nuclear. El problema será si la comunidad internacional será lo suficientemente fuerte como para frontar
ahora dicho reto.
Volviendo al plano militar, es evidente que los criminales islámico-iraíes han salido debilitados. Pero ¿vigilará ahora la
comunidad internacional que Siria e Irán no vuelvan a armar a dichos criminales? La responsabilidad de dicha vigilancia no
es de Israel sino de los firmantes de la resolución 1701 de Consejo de Seguridad. No basta con la fuerza de interposición
de la ONU. Unas fuerzas que en la práctica, hasta ahora en el Líbano, solamente han servido para callarse ante las agresiones
islámico-iranianas de Hezbolá. Si el gobierno de Israel hubiera sido más decidido en los primeros compases y hubiera
apostado por una, sabemos, cruda y dolorosa intervesión terrestre de amplio espectro hoy estaríamos ante un Hezbolá
capitulado. Hoy está debilitado y exahusto y deberá acatar la resolución, pero la única garantía de paz es tenerlo derrotado.
Se alzan voces en Israel que Ehud Olmert debe renunciar. No sabemos si hay que llegar a dicho extremo pero los planes
de separación unilateral están tocados de muerte y se hace más importante que nunca hoy, lo que Ehud Olmert no hizo
en su momento: plantear un gobierno de concentración nacional que acoja a Likud e Israel Beteinu en el seno del gobierno.
Y desde luego, si el primer ministro y su gobierno, no son capaces de hacerlo deberá ser desde la oposición quien plantee
una moción de censura. En su momento ya manifestamos nuestra idea de un gobierno de concentración nacional desde la
mayoría de gobierno. Estos días debermos afrontar muchas agresiones mientras las tropas de la FINUL no se extiendan por
el sur de Líbano, Hezbolá ya ha prometido seguir atacando a Israel. Irán no desaprovechará para usar ahora a los criminales
islámicos de Hamás para lanzar nuevas ofensivas terroristas sobre Israel desde Judea, Samaria y Gaza y seguramente
intentar secuestrar más soldados, cuando aún no han sido liberados los que secuestraron hace más de un mes.
Si el gobierno se entretiene ahora habrá perdido el tren. Mañana se aplicará la Resolución 1701, pero Israel no debe
renunciar a contestar cualquier agresión que llegue diga lo que diga la Comunidad Internacional y a seguir pelenado hasta
la liberación de los soldados. Total en la contrucción del entramado de Hezbolá, la ONU ha sido uno de sus grandes
cómplices (nada nos debe hacer crrer que ahora será diferente) y no tenemos nada que perder, más que construir nuestra
propia seguridad (al final lo único importante). Una seguridad que solamente se tuvo en consideración cuando desde Israel
se blandieron armas. Entonces tuvo alguna importancia para la comunidad internacional, no por Israel, sino por los pobres
criminales del gobierno del Líbano participado por Hezbolá. El mismo gobierno aplaudido por la ONU mientras a la luz de
l día Hezbolá colocaba en la fachada de las instalaciones de la ONU de Beirut una valla publicitaria del gobierno mostraba
la fotografía de un terrorista enmascarado de Hezbolá sosteniendo la cabeza decapitada de un joven soldado israelí.
La débil comunidad internacional le está haciendo nuevamente un regalo a los criminales islámico-iraníes de Hezbolá, tarde
o temprano lo pagaremos todos. Israel debe preparase para lo peor. Más información.
TROPAS INFIELES EN ORIENTE MEDIO
Israel arrasó Líbano; Israel sepultó debajo de los escombros a centenares de terroristas (pobrecitos "civiles" según
la propaganda filoterrorista europea); Israel no se ha movido aún de Líbano. Israel no
pudo terminar el trabajo por imposición de la ONU (como tantas veces bajo el chantaje
del petróleo a Occidente). Sin embargo los asalariados de la propaganda han pretendido convertir la victoria
de Israel en una derrota. Lo dijo Ehud Olmert sin pelos en la boca: "Respondimos de una forma que quedará
grabada en la memoria colectiva no sólo de los libaneses, sino de cualquier país que alguna vez se haya planteado
lanzar un ataque con misiles contra Israel. Saben que responderemos y que a veces la respuesta puede ser desoladora".
Ahora el terrorista jefe de la guerrilla sirioiraní ha reconocido las palabras del jefe del gobierno israelí. Hassan Nasrullah,
con el semblante aliviado (sin el miedo en el culo ya gracias a la intervención de la ONU), ha dicho:
"Nunca habríamos llevado a cabo esta operación (el secuestro de dos soldados hebreos) si hubiéramos sabido que iba a llevar
a una guerra de tal amplitud. No se hubiera llevado a cabo por causas humanitarias, morales, sociales, militares, económicas
y políticas. No habrá de nuevo enfrentamientos entre Israel e Hizbulá". ¡Si Saladino levantara la cabeza! Tropas infieles
de la ONU
protegiendo a los "temibles" guerreros de la Media Luna. Siria e Irán se han librado de momento, pero más pronto o más tarde
recibirán una dosis de pepinos.
TREGUA DE DIOS
"Parla los musulmanes la llamada "Tregua de Dios" siempre ha supuesto un paréntesis, un período de tiempo sagrado durante el cual se hallaban obligados a olvidar las discusiones, las enemistades y las guerras. Actualmente, y en el conflicto que se estaba librando en Oriente Medio, y cuando más necesitados estaban de una tregua, se les ha aparecido la ONU y su resolución 1701 para darles ese respiro que voluntaria o involuntariamente se ha convertido en una victoria moral y sicológica, al menos para esa parte del Islam que está dispuesta, a través de un radicalismo fascista y terrorista, acabar con Israel, como cabeza de puente de lo que es y representa su verdadero objetivo: Occidente.
Estamos inmersos, lo queramos o no, y pese a la patética y claudicante actitud de apaciguamiento que sostiene una buena parte de los gobiernos europeos, y en especial el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, impulsor de la paz infinita y la Alianza de Civilizaciones y de otras
pollabobadas por el estilo, en una guerra donde, al paso que vamos, y vistos los antecedentes, la vamos a perder en cualquier caso. Y ello es así por una razón sencilla de entender: ellos (Irán, Siria, Hezbolá, Hamás y la franquicia de Al Qaeda, sin olvidarnos del papel de Arabia Saudí en el proselitismo doctrinario que está llevando a cabo en las mezquitas y colegios islámicos que financia por todo el mundo) creen a pie juntillas en lo que hacen y, sobre todo, en sí mismos como individuos y como pueblo; a diferencia de nosotros, pobres europeos, que nos hemos dejado embaucar por una izquierda impulsora de la rendición preventiva, y que, desde la caída del muro de Berlín, anda a la caza y captura de un proletariado y de una nueva causa a la que servir, sin que les importe en absoluto abanderar a quienes se supone son nuestros potenciales verdugos; eso sí, lo hacen disfrazados de una colorista multiculturalidad que les facilita la tarea de reivindicar el respeto y la aceptación, sin más, de una serie de países que hablan de diálogo y de paz armados, incluso nuclearmente, hasta los dientes; mientras contravienen todas las normas establecidas e ignoran las posibles sanciones de unas instituciones, como la ONU, que basa su autoridad moral en un diálogo de vetos y entre sordos.
Mientras esto sucede, en el parlamento español se discute uniformemente la aceptación de una decisión, previamente ya tomada y ejecutada por el presidente Rodríguez Zapatero, sobre el envío de tropas españolas al peor escenario bélico posible en estos momentos; eso sí, manipulando de forma hipócrita los hechos y las circunstancias, utilizando al propio parlamento y, una vez más, a nuestras Fuerzas Armadas (FAS) según mejor le conviene, como instrumento político al servicio de sus intereses personales y de partido.
La resolución 1701 es evidente que constituye una oportunidad para la paz, pero no es la paz; entre otras razones porque el líder de Hezbolá, Nasralá, ha dicho: "Ni nos desarmaremos ni entregaremos a los israelitas secuestrados ni renunciaremos a la eliminación del Estado de Israel". Por otra parte, el presidente Sirio, Assad, se ha opuesto a que las tropas de la ONU -en este caso se refiere a las tropas españolas que son las que se desplegarán en su frontera con el Líbano- fiscalicen el control de dichas fronteras para impedir que siga abasteciendo de armas a Hezbolá. Es por eso que, mientras el fundamentalismo islámico represente una amenaza para Israel -el único estado democrático y occidental en dicha zona-, los israelitas volverán a utilizar la fuerza en legítima defensa y, seguramente, en un futuro no muy lejano; porque, entre otras razones, les va en ello la libertad, la vida y la supervivencia como Estado. La ONU ha establecido en su resolución 1701 -hecho que muchos ignoran- que ha sido Hezbolá el causante y el iniciador de este conflicto bélico al secuestrar a dos soldados israelíes. Pero no se han atrevido a más.
Sin embargo, dicha resolución no dice de forma clara quien o quiénes son los encargados de desarmar a los terroristas de Hezbolá. La misión y la responsabilidad de las tropas españolas no está, por tanto, clara ni definida, y no tiene visos de contar con un límite temporal; por lo que, si a esto le añadimos que nos han puesto en el peor de los sitios en el despliegue que ha supervisado, como no, Francia, nuestra situación sobre el terreno puede convertirse en peligrosa, además de ridícula, aparte de no ser eficaz. De hecho, el ministro Alonso, siguiendo la pauta de su antecesor, el medallista Bono, que era un fan de las guerras de Gila, ya les ha dicho a nuestros soldados que vamos en misión de paz y que, por tanto, pregunten antes de disparar.
No es de recibo, se haga con ONU o sin ONU, y se intente justificar retorciendo y manipulando el sentido y el significado de las palabras, en lo que los socialistas son unos verdaderos expertos, el hecho de utilizar gratuitamente a nuestros soldados, poniendo en riesgo sus vidas para paliar en lo posible la nefasta política exterior de nuestro presidente Rodríguez Zapatero, ante el silencio cómplice y vergonzante de una progresía adormecida por las subvenciones, y de una derecha timorata y acomplejada por la puñetera fotografía de las Azores, que no les deja actuar en conciencia. Más le valdría a Zapatero traerse a casa a nuestros soldados repartidos por el mundo: 500 en Bosnia, 650 en Kosovo, 680 en Afganistán, 130 en el Congo, además de una treintena esparcidos por Asia y Oceanía, además, claro está, de los 1.100 que mandará al Líbano -eso sí, en Irak, no se preocupen, que no hay ninguno-; pues, como les digo, más le valdría traérselos de vuelta a casa y los utilizara a ellos, junto al dinero que nos cuesta dicho despliegue, y junto a toda la parafernalia logística que les rodea, en combatir, eso sí de forma pacífica, no faltaría más, la invasión inmigratoria que España en general y Canarias en particular está padeciendo y sufriendo gracias, precisamente, a esas ansias infinitas de paz, de talante del buen rollito de papeles para todos, poniendo en evidencia la desfachatez y desvergüenza política a que nos tiene acostumbrados el presidente Rodríguez Zapatero. Y dicen que sigue subiendo en las encuestas. ¡Que Dios nos coja confesados! ¿O debemos comenzar a decir Alá?". Artículo de Pablo Paz (Manuel Cosano Fiusa).
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