MICCIÓN ECOLÓGICA
¿Por qué los hombres tienen licencia para jiñar (deponer, obrar) sentados o en cuclillas y sin embargo deben mear de pie con las piernas escarranchadas tipo Lee Van Cleef? El debate ha saltado a la prensa en Argentina, España, Colombia. El periodista colombiano Felipe Zuleta Lleras ha escrito: "Desde que los varoncitos aprenden a hacer pipí sin usar pañales lo han hecho de pie, como cuando los perros marcan su territorio. No importa cuántas quejas reciban de su mamá o hermanas, los machos, los caballeros orinan parados ¡y punto! Que el chorro apunte o no al escusado es cosa que poco les importa, pues ellos, una vez descargan sus vejiguitas, salen tranquilos, esperando que sean las mujeres de la casa las que limpien, pues al fin y al cabo son ellas a las que les toca padecer en carne propia la falta de tino de los hombres de la casa". ¿Sólo a ellas? Me sucedió en Centroamérica. El hijo de mi novia disponía de cuarto de baño propio, mas sin embargo siempre andaba cagando y meando en el de la madre, él y un ejército de amigotes. "Si tu hijo no cambia me voy" (protesté por enésima vez). "Pero ¿qué más puedo hacer? Le he llamado la atención repetidamente". "Amenázalo con quitarle la plata (dinero), el teléfono, el aire climatizado de la recámara" (habitación). Ay como son las madres protectoras con sus hijitos proxenetas ¡¡Que niño más cabezota!! El niñito medía casi dos metros de altura y rondaba los 18 años de edad. Naturalmente me fui porque me cansé de limpiar la taza del inodoro. Pero no lo hice con las manos vacías, ni mucho menos. Todas las mañanas, después de cagar (y antes de tirar de la sisterna naturalmente) enjuagaba el cepillo de dientes de aquel hediondo en el retrete. También meaba dentro de la botella de Coca Cola de 2 litros y después la dejaba de nuevo en la nevera. Qué gusto me daba ver cómo se refrescaba el gaznate cuando regresaba de la universidad. Tiempo más tarde, en Medellín, una colombiana me sorbió la sesera con su mirada de gata en celo, su voz típicamente paisa (susurrante, melosa), su culito parrandero. Para no repetir el fracaso con mi ex novia centroamericana tuve unas palabritas con su hijo, una criatura de nueve años de edad. Nunca me he sentido tan humillado. ¡¡Qué cerebro más prodigioso!! Jamás conseguí ganarle jugando con el "playstation" (y el cabronazo me daba ventaja y todo). Un día compramos un juego de tazas para desayunar. Escogió una con un barquito de vela para mí y otra con una mariposa para la madre. "¿Por qué has elegido esa para ella?" (pregunté). "Porque mi mamá es bonita como una mariposa". ¡¡Tremendo poeta!! Tratar con él fue coser y cantar. "Tienes dos alternativas. Orinar sentado o limpiar tu propio reguero". El niño optó por el camino más cómodo. ¡¡Pero!! Mi novia le advirtió: "No digas nada en el colegio". ¿Por qué hacer pipí sentado es sinónimo de maricón y hacer popó (como le dicen los colombianos a la noble tarea de cagar) no?
Definitivamente, damas y caballeros, las mujeres son las culpables de la desconsideración de los hombres. Pero no de todos los hombres porque en el trabajo exigen cuartos de baños separados. Sin embargo mear de pie en el hogar también
tiene graves consecuencias para la economía, la naturaleza y el matrimonio. Para la economía porque se gasta más en agua y productos de limpieza; para la naturaleza porque la lejía (hipoclorito, desinfectante) contamina y para el matrimonio porque un culito femenino bajo sospecha no es apto para devorarlo a besos en las horas de parranda. Por lo tanto mear regando la tapa del escusado, la alfombra y el suelo (amén de salpicar las paredes con las repetidas sacudidas del miembro viril) no sólo es una guarrería, sino un ataque a la convivencia humana y la conservación del planeta.
Firmado: Marco Antonio Salas Martínez.
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