SANGRIENTA HISTORIA DE KATHERINE KNIGHT

Katherine Knight nació en Australia. A la edad de quince años, tras una infancia tormentosa (testigo del suicidio de su padre biológico y víctima de continuos abusos sexuales en el seno de su familia), empezó a trabajar como aprendiza en una carnicería tras abandonar la escuela sin apenas instrucción. Estaba a punto de cumplir dieciocho años de edad cuando entabló amistad con David Stanford Kellet, también alcohólico como su padrastro. Pocos años después se casaron, pero el mismo día de la boda estuvo a punto de quedarse viuda, en un intento asesino, porque él se durmió profundamente después de haberse corrido tres veces (tres veces él, ella ni se sabe). El matrimonio se convirtió en un infierno para David Stanford Kellet por las continuas palizas de ella por celos. Katherine Knight no asumió la huida de su esposo y lo denunció por malos tratos. Una mañana el marido se despertó sobresaltado. Junto a la cama estaba ella cuchillo en ristre dispuesta a propinarle la extremaución. No lo hizo bajo el juramento del caballero de volver a vivir juntos. Cuatro años más de golpes, celos y locura. Cuando el marido se marchó definitivamente Katherine intentó quitarse la vida con una sobredosis de somniferos. Después de una temporada en el manicomio conoció a David Saunders, minero de profesión. Compraron una casita y Katherine la decoró con trampas para cazar animales, esqueletos, machetes. Sin embargo no pasó mucho tiempo hasta reproducirse las escenas de celos y violencia. "¿Sabes qué te pasará si me pones los cuernos?" -dijo ella una noche. Cogió un perro y le cortó el gaznate como quien rebana una zanahoria para hacer un potaje de verdura. El marido, aterrorizado, cogió carretera y manta. No deseaba convivir con semejante chiflada, pero no renunció a ver a la hija de ambos, Sarah. Aquella mañana tocó en la puerta de la vivienda. Salió Katherine con la niña en brazos. Entonces, David, descubrió la noticia. Un juzgado había dictaminado la prohibición de visitas a su antiguo hogar por violencia de género. Katherine, enamorada de nuevo, ahora del borracho John Chillington, tampoco consiguió estabilizar su vida. Una noche, en un arrebato, le rompió las gafas y lo dejó sin dentadura, por fortuna, una dentadura postiza. Katherine le echó el ojo a John Charles Thomas Price, divorciado con varios hijos. Los amigos y parientes de John Charles le advirtieron sobre la peligrosidad de Katherine, pero no hizo caso, porque el amor, cuando llega así de esa manera... Durante un tiempo la relación no pudo ser más envidiable. Incluso John había engordado dada la buena mano de Katherine en la cocina. El novio de la "cocinera" la invitó a vivir en su casa, todos juntos; ellos y los hijos de ambos. Una bonita familia. ¡Pero! Empezaron los escándalos, las palizas, los celos. Continuas peleas y reconciliaciones. John perdió a todos sus amigos. Una noche, Katherine le pidió matrimonio, y John se negó. ¡Ave María Purísima! A la mañana siguiente, Katherine, ni corta ni perezosa, se presentó en el trabajo del cándido John. Lo acusó de robar herramientas de la mina donde trabajaba. Veinte años de profesión a tomar viento por aquella calumnia. Solicitó una orden para no permitirle regresar a su vivienda y repartió una carta entre sus compañeros de trabajo. "Si alguna vez falto a la mina será porque esa mujer me habrá asesinado". Pero la carne es débil. Una noche, Katherine, enfundada en lencería vacilona, se presentó en la vivienda de John. Follaron como descosidos hasta bien entrada la madrugada. Ríanse ustedes de las posiciones del Kamasutra. A la mañana siguiente John no daba señales de vida en el vecindario. Su automóvil continuaba aparcado delante de la puerta cuando un parroquiano tocó en la puerta de la vivienda. De repete observó unas manchas de sangre. Acudió la policía. Después de echar abajo la puerta entraron en tromba en la casa siguiendo un reguero de sangre hasta el dormitorio principal. Los peritos criminalistas y el médico forense llegaron a la conclusión. que cuando recibió la primera puñalada corrió hacia la puerta de la calle, pero no llegó a abrirla. Hasta 36 cuchillas más le propinó Katherine hasta dejarlo tieso como un pajarito. Después lo despellejó como si estuviera trabajando en el matadero de Aberdeen sacrificando vacas y cochinos. A modo de cortina colgó la piel en la puerta del comedor. La cabeza y el resto del cuerpo terminaron en una olla con papas, verdura y un poquito de sal. En una repisa, la policía encontró una nota escrita por Katherine acusando a John de haber violado a uno de sus hijos. Súbitamente un ronquido procedente de un patio trasero llamó la atención de los investigadores. Kahterine dormía ruidosamente después de haber ingerido una sobredosis de barbitúricos. Condenada a cadena perpetua, desde hace quince años se ha convertido en un reclusa modelo. El periodista Peter Lalor ha escrito la obra "Blood Stain", basada en su vida, y los guionistas Dane Millerd y Ross Murray están trabajando en la adaptación cinematográfica.


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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

AGENCIA BK DETECTIVES ASOCIADOS

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