¿Era Jesucristo vegetariano? Parece lógico que la respuesta sea afirmativa si consideramos que Jesús dedicó toda su vida en la tierra a predicar la misericordia, el amor y la compasión. Son escasas las referencias a sus opiniones sobre el vegetarianismo y el respeto a los animales pero, aunque pocas, las hay; camufladas bajo diversas interpretaciones a lo largo de los siglos, tal vez sus palabras puedan dejar entrever su condición de vegetariano en una época en la que el sacrificio de animales era considerado una forma de limpiar los pecados.
Recordemos las palabras de Jesús acerca de los sacrificios: "Dios quiere compasión y no sacrificios".
La verdad es que en la Biblia no aparece ninguna mención de Jesús comiendo carne, al contrario sí se menciona a Jesús no comiéndola: En la fiesta de la Pascua era tradición cenar cordero acompañado de una serie de hierbas amargas y pan. Pero en la cena pascual de Jesús y sus discípulos se sirvieron todos los platos típicos exceptuando el cordero.
Diversas teorías indican que los primeros relatos acerca del milagro de la multiplicación (la historia de los panes y los peces) no incluyeron el pescado originalmente. Jesús, cuando se refiere al milagro, habla únicamente del pan (Mateo 16,9–10; Marcos 8,19–20; Juan 6,26). Los peces fueron agregados a las historias posteriormente.
Se sabe claramente que los Esenios (los primeros seguidores de Jesucristo) eran vegetarianos; el viejo testamento dice que aquel que mata un buey es igual que aquel que mata un hombre. El padre Canciani de Roma dice en su libro “Jesucristo fue vegetariano” que a través de una investigación con base en antiguos documentos del Vaticano, se comprueba que los primeros cristianos fueron vegetarianos y fueron perseguidos por los ganaderos romanos por predicar el vegetarianismo. Con clara razón el apóstol San Pablo en su carta 14 escribió: No tomen vino ni coman carne.
";Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. (Génesis 1:27 - 1:29).
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SER CRISITIANO ES UN UN CRIMEN. Cuatro años después de la caída del régimen de los talibanes, Afganistán sigue inmersa en la lucha ideológica entre conservadores y reformistas. Abdul Rahman es el ejemplo más claro. Si persiste en sus creencias morirá. Su delito: ser cristiano. "En este país tenemos una Constitución perfecta. Observamos la ley islámica y es ilegal ser cristiano. Y debe ser castigado por ello", dice el magistrado que le juzga. Aunque Ansarullah Mawawy Zada deja una puerta abierta: "Le preguntaremos si ha cambiado de pensamiento. Y si es así, le perdonaremos".
Pero Rahman, 41 años, dice que no. Que es cristiano y seguirá siéndolo. Apenas los hay en este país donde el 99 por ciento de sus 28 millones de habitantes son mulsulmanes y el resto principalmente hindúes. Esta semana, el juez Zada, que preside el tribunal de primera instancia de Afganistán, oyó las acusaciones y las pruebas presentadas contra Rahman. Y en menos de quince días deberá dar el veredicto.
"Es un crimen que un musumán se convierta al cristianismo. Él se ha burlado de nosotros y ha insultado a su familia", advirtió el juez. "El fiscal general me ha insistido en que debe ser colgado". Si se le sentencia a morir, a Abdel Rahman le quedará solo apelar al Tribunal Supremo. Y confiar, sobre todo, en que el presidente del país, Hamid Karzai - educado en Occidente, respaldado por Estados Unidos- no firme la orden de ejecución y se la conmute. En todo caso, que ceda Afganistán y sus leyes islámicas. No él. "No soy un apóstata. Soy obediente a Dios, pero soy cristiano y ésta es mi elección", declaró el acusado durante la vista preliminar.
Rahman se convirtió al cristianismo hace 16 años, mientras trabajaba en Pakistán para una organización cristiana de ayuda humanitaria. Estuvo luego nueve años en Alemania, pero regresó a su país en el 2002 buscando recuperar a sus dos hijas, entonces de 13 y 14 años, que vivían con los abuelos. Fue su misma familia la que denunció a Abdel. Y al ser arrestado, se le encontró una Biblia. La prueba concluyente.
Miembros de la OTAN con tropas en Afganistán, como Estados Unidos, Italia, Alemania y Canadá, están usando su influencia para que el prisionero sea liberado. El presidente afgano, Hamid Karzai, se encuentra en una situación muy comprometida. Por un lado, depende de las fuerzas internacionales para hacer frente a los derrocados talibanes y a los militantes de Al Qaeda. Por otra parte, debe tener en consideración los partidarios de la charia en su país.
El presidente de EEUU, George Bush, declaró ayer estar "profundamente preocupado" por el reo. "Esperamos que honren el principio universal de la libertad", afirmó. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores italiano, Gianfranco Fini, había declarado: "Por lo que sé, y no tengo ninguna razón para dudar de ello, la pena de muerte no se le aplicará". El ex presidente Francesco Cossiga propugna incluso una retirada de tropas fulminante a menos que sea absuelto.
El juicio es el primero de este tipo que se celebra en Afganistán y revela las fricciones entre el islamismo y la ley jurídica. Ambas están reconocidas en la Constitución afgana, que dice que el islam es la religión de Afganistán pero también menciona la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que consagra la libertad religiosa. Pero en el país no hay ninguna iglesia cristiana. Un viejo edificio en las afueras de la capital, Kabul, sirve como lugar de culto para los cristianos extranjeros, pero ningún afgano va allá.
Hace tres años, un tribunal afgano condenó a muerte por blasfemia a dos periodistas que consiguieron escapar y encontrar asilo político en el extranjero. Incluso el director de una revista que defendía los derechos de las mujeres fue condenado por insultar al islam y sentenciado a muerte el pasado año, aunque fue luego puesto en libertad tras pedir disculpas y ante la fuerte presión internacional. Más información.
RETIRADA DE LA GUARDIA CIVIL
Oído en "Herrera en la onda". Un colegio de Zaragoza (cuyos responsables son miembros de la ONG Estúpidos sin Fronteras) ha suspendido la celebración de la Navidad porque España es un país laico. Ni turrón ni polvorones ni mazapán. ¡¡Qué hijos de puta!! ¿Tampoco recurrirán a la Guardia Civil en caso de flagrante delito (que no lo quiera Dios) si alguien les administra un manojo de coscorrones por totorotas? La patrona de la Guardia Civil es la Virgen del Pilar... y claro meter a la Virgen por medio... Ay, como en Europa (y territorios adyacentes como las Islas Canarias) no metamos en cintura a tiempo a toda esta parva de cómplices de la "pacifica" ocupación a través de la masiva inmigración (mano de obra barata en detrimento de los derechos laborales de los "autóctonos").
SUICIDIO DEMOCRÁTICO DE OCCIDENTE
Resulta paradójico que haya sido necesario movilizar a 16.000 policías para garantizar la seguridad del Papa en Turquía, cuando el número total de católicos en ese país apenas llega a los 32.000. Para seguir un poco más con el baile de cifras, llama igualmente la atención que las autoridades turcas hayan investigado una por una, a lo largo de los últimos meses, a 60.000 personas residentes en Estambul por la mera circunstancia de que pueden ver desde sus viviendas alguno de los desplazamientos de Benedicto XVI. Cuando Juan Pablo II visitó ese país no hubo tanto jaleo. Por supuesto, entonces no habían caído las torres gemelas ni se había declarado la Guerra del Golfo ni Estados Unidos había invadido Irak tras la famosa foto de las Azores; entonces ni siquiera a Zapatero se le había ocurrido esa genialidad llamada alianza de civilizaciones.
La pregunta no es, a estas alturas, si la visita que hoy inicia el Papa es sensata y oportuna. Para Turquía lo es, desde luego, pues afianza sus aspiraciones de integración en la UE. La cuestión acaso habría que centrarla en el futuro del Cristianismo frente al Islam. España es un estado aconfesional, al igual que la mayor parte de Europa. De forma específica, y para salvar al máximo esa laicidad, en la Constitución Europea -todavía proyecto de Constitución, y de momento bastante paralizado- se excluyó cualquier referencia al Cristianismo, incluso en su faceta moral y filosófica.
Sarcasmos del destino, mientras Europa iba abdicando de sus raíces cristianas y suprimía los crucifijos en escuelas, juzgados, cuarteles y cualquier edificio público, el velo islámico, el más agobiante shador e inclusive el burka -en una versión más ligera, pero burka al fin- se adueñaban de los espacios comunes en las ciudades del Viejo Continente. ¿Solución? Pues una campaña para prohibir cualquier símbolo religioso en el ámbito público. Y de nuevo una ironía: si se impide que una mujer utilice el velo, también hay que prohibir que lleve una cadena con un crucifijo a la vista. Ya ha ocurrido en el Reino Unido, donde una compañía aérea le impide a sus empleadas llevar este distintivo de sus creencias, en lugar visible, cuando atienden al público.
El asunto de los símbolos religiosos no ha alcanzado todavía su límite. Siendo consecuentes hasta el final, habría que ir prohibiendo las manifestaciones religiosas en público. Lo cual incluye, por ejemplo, que el
Cristo de La Laguna salga a la calle no ya sin que lo escolte el Ejército, sino que ni siquiera salga. Las procesiones de la Semana Santa habría que recluirlas al interior de los templos -una vuelta alrededor de la nave central, si acaso- y ningún alcalde, presidente de Cabildo o autoridad podría asistir a una conmemoración religiosa. Los curas no deberían llevar sotana y las monjas colgarían sus hábitos en el vestidor del convento antes de pisar la vía pública. Hasta algunos actos de la reciente visita real hubiesen sido incorrectos.
En definitiva, o todo lo anterior, o también el velo y el shador por doquier. Una disyuntiva que no resuelve ni mucho menos, una visita papal a un país laico por ley desde que acertadamente lo impuso Mustafa Kemal -el conocido Atatürk, o padre de todos los turcos-, pero musulmán hasta la médula en un 99,9 por ciento.
Ricardo Peytaví Machado.
BELÉN A LA BASURA
El domingo por la tarde encontré a un par de pequeñas rondallas que tocaban y cantaban villancicos en el Puerto de la Cruz. Los villancicos canarios, y los españoles en general, difieren de los anglosajones en que suelen ser más alegres. Alguien me dijo que antes o después habría que suprimir tales manifestaciones de regocijo callejero, simplemente para no herir los sentimientos de muchas personas que viven hoy en día en el Puerto de la Cruz, al igual que en otras localidades de las Islas, y que no profesan la religión católica; personas que en realidad ni siquiera son cristianas, y que tienen derecho a no tropezar con símbolos, actos y actitudes contrarias a sus creencias o formas de pensar. Grupo numeroso en el que incluyo no sólo a quienes profesan una religión distinta, sino también a los que no creen en ninguna divinidad.
Me lo tomé a coña. Cuesta pensar que algunas situaciones se lleven a ese extremo, aunque en buena lógica es lo que debería ocurrir. En un Estado laico o aconfesional hasta las últimas consecuencias -lo señalé el otro día y lo repito hoy-, no cabe ni una humilde procesión en la más remota de sus aldeas. Salvo que nos equiparemos por arriba y, junto a los actos católicos o cristianos, se permitan los correspondientes celebrados por judíos, mahometanos o hindúes, por no hacer la lista innecesariamente larga. Por cierto, y ya citados los hindúes -de niño tenía un gran amigo hindú, con el que compartí muchas golfadas y bastantes tirones de oreja de los guardias portuenses-, siempre me ha llamado la atención lo bien que se ha integrado esta comunidad entre los canarios, hasta el punto de que sus miembros de segunda o tercera generación ya son más isleños que otra cosa. Aunque no sólo ellos. En el Puerto de la Cruz ha residido, incluso desde la época franquista, una significativa comunidad marroquí; personas que siempre pasaron desapercibidas porque nadie se metió con ellas ni ellas con nadie. Supongo que contemplaban las manifestaciones religiosas de carácter público de la misma forma que yo observo las suyas cuando estoy en un país musulmán. Jamás me ha molestado que me despertase el canto de un almuédano llamando a la oración, entre otras cosas porque esa bellísima expresión de la voz humana no puede dejar indiferente a nadie, creyente o impío.
El caso es que apenas unas horas después de escuchar los villancicos en el Puerto de la Cruz, leí que una profesora de Málaga ha tirado a la basura un belén. Lo habían hecho los alumnos de su colegio, y consideró que estaba fuera de lugar en un centro laico.
Me gusta vivir en un país aconfesional. Pero en nuestro caso subyace la innegable realidad de que España hunde sus raíces en el Cristianismo. Al margen de creencias religiosas, nuestra moral está basada en los principios del Cristianismo con todos sus errores, hipocresías y lacras; que las tiene. Tanto, como Turquía es un país islámico, por muchos esfuerzos que hiciera Mustafá Kemal en su tiempo para imponer el laicismo. Por añadidura, supongo que la profesora en cuestión y otros de su caterva jamás renunciarán a las vacaciones de Navidad y de Semana Santa en aras del laicismo. A fin de cuentas, lo importante no son las creencias sino tocar las narices. O algo de más feo nombre.
Ricardo Peytaví Machado.
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