SIGNOS DE LA MUERTE VIOLENTA
Por Rafael J. Sánchez Armas
SIGNOS
CADAVÉRICOS DE LA MUERTE VIOLENTA
Temperatura
El descenso de la temperatura
corporal es uno de los primeros síntomas de la muerte. El ritmo del
enfriamiento depende de múltiples factores: clase de vestido, tiempo
atmosférico, complexión física, causa de la muerte, etcétera. Existen dos
métodos para calcularlo:
a) Durante las cuatro
primeras horas, la temperatura desciende medio grado cada hora; entre cuatro y
doce horas después de la muerte, la temperatura baja un grado cada hora, y a
partir de las doce horas, oscila entre diversos valores hasta equipararse con
la temperatura ambiente.
b) El segundo método se
basa en la fórmula de Glaister, cuyo fundamento consiste en medir la
temperatura del recto, pues las zonas del cuerpo expuetas al medio ambiente
sufren antes el descenso de la temperatura, y restar ese valor de la
temperatura media del recto en un sujeto con vida: 37,2 grados
Acidez
El grado medio entre acidez y
basicidad es de 7. El cuerpo humano es ligeramente alcalino (Ph 7.3), si bien
el Ph del estómago es menor debido al ácido clorhídrico necesario par digerir
las proteínas.
Tras la muerte, el Ph o factor
reactivo de la sangre desciende hasta 7. Pero en el supuesto de no disponer del
instrumento idóneo para medir dicha variación, la prueba ha de realizarse con
papel tornasol aplicado en el interior del párpado de abajo. Si el color rojizo
del papel tornasol se vuelve de color azul, el Ph es alcalino, no ácido, y es
síntoma de vida en el individuo examinado. En los recién nacidos no es posible
efectuar esta prueba porque el ojo humano no produce lágrimas hasta
transcurrido un mes desde el alumbramiento. Tampoco es válido este método
cuando la persona sufre conjuntivitis.
Deshidratación
La pérdida de agua es otro signo
definitivo del óbito. Si la muerte ha sobrevenido no mucho después de la
herida, la epidermis se cuartea dejando al descubierto la capa más profunda de
la piel, conocida como dermis, cuyo plasma se volatiliza. Este fenómeno provoca
un acartonamiento de la piel. Cuando la muerte no ha ocurrido de forma casi
inmediata, la sangre coagulada forma una costra más suave sobre la herida.
Otro de los efectos de la
deshidratación cadavérica se produce en el ojo, de aspecto vidrioso, sin brillo
ni transparencia en la córnea. Con los ojos cerrados, la sequedad se retrasa.
En el caso de los ahorcados, la lengua se deshidrata y ennegrece.
Lividez
Las livideces son manchas de color
rojo, de tono vino o violáceo, asentadas en el decúbito del muerto tras dejar
el corazón de bombear la sangre. La falta de oxígeno en las zonas antes
irrigadas por el sistema circulatorio provoca la destrucción del tejido
epitelial, su palidez tan característica en la cara.
Este fenómeno se inicia nada más
sobrevenir la muerte. Si la persona murió boca arriba, antes de media hora ya
se observa la lividez en la nuca. De forma general, la lividez es visible entre
las dos horas y seis después de la muerte. Durante las primeras doce horas, la
lividez es móvil; es decir, si un individuo muere en posición decúbito prono,
cuyas manchas están localizadas inicialmente en el tórax, abdomen y delantera
de los muslos, la lividez se traslada de
lugar según sea la nueva situación del cuerpo. Sin embargo, cuando ha
transcurrido más de doce horas desde la muerte, la lividez antigua ya no
desaparece, si bien mengua en intensidad debido a la nueva distribución de la
sangre. Después de veinticuatro horas, la lividez es inmóvil sea cual sea la
posición del cadáver por haber coagulado la sangre. Este signo cadavérico es de
gran importancia a la hora de investigar un asesinato, cuyo autor pretenda
confundir a los detectives elaborando una trampa.
Hipóstasis
Se denomina así la lividez observada
en las vísceras (cerebro, pulmones, hígado, intestinos, riñones), provocada por
la misma causa de la lividez del tejido cutáneo.
Rigor mortis
Tras el fallecimiento, los músculos
del organismo se relajan durante cierto tiempo. Después sobreviene la rigidez
cadavérica por la coagulación de la miosina, una proteína capaz de contraer los
músculos durante la vida de las personas. El progresivo endurecimiento de los
músculos del cadáver sigue un curso descendente: cara, boca, cuello, tronco,
extremidades y pies. Según Niderkorn, la rigidez se denomina precoz cuando
aparece antes de tres horas; normal cuando sucede entre tres horas y seis;
tardía cuando el plazo abarca hasta las nueve horas después de la muerte y muy
tardía cuando es preciso dejar transcurrir más de nueve horas. Los cadáveres
cuyos ojos y boca no hayan sido cerrados antes de aparecer la rigidez postmortem, ya no podrán ser manipulados
hasta después de cuarenta y ocho horas.
Es importante hacer hincapié en dos
de los efectos más conocidos en tanatología. El primero es la frecuente
eyaculación de los ahorcados, debido a la contracción de las vesículas
seminales, y el segundo es cierto eructo provocado por un escape del aire
contenido en el estómago, tras las presiones abdominales como consecuencia de la
contracción del diafragma y la expansión de los pulmones. Nada de salir
corriendo en ambos supuestos.
Entre las circunstancias
modificativas de la rigidez cadavérica, cabe destacar: la edad (aparece antes
en niños y ancianos); la causa de la muerte (aparece antes en homicidios,
accidentes de tráfico, suicidios con cianuro y enfermedades de cáncer,
tuberculosis, etcétera); la musculatura (aparece antes cuanto menos musculosa
sea la complexión del cadáver) y la ropa y el clima (aparece antes cuanto más
frío sea el medio ambiente).
Espasmo
El espasmo cadavérico se diferencia
del rigor mortis porque siempre se produce antes o durante la violenta muerte
súbita: suicidio con arma de fuego, ahorcamiento, intoxicación con salfumán,
infarto de miocardio, etcétera. La señal del espasmo se localiza en la posición
del cuerpo o en la región facial (rictus de dolor, angustia, miedo).
SIGNOS FISIOLÓGICOS DE LA MUERTE VIOLENTA
Función nerviosa
La función nerviosa revela la
actividad del cerebro, cuya importancia ocupa el primer escalón en la
observación tanatológica. En el mundo hay pacientes con respiración asistida y
con válvulas artificiales, pero aún la ciencia no ha llegado a fabricar un
remedio para el cerebro roto. Cinco minutos sin oxígeno en la corteza cerebral provoca
la pérdida irreversible de la conciencia; quince minutos basta para dañar
definitivamente la función motora de los núcleos. Media hora sin riego
sanguíneo en el bulbo raquídeo arrastra al individuo a la muerte cerebral, cuyo
diagnóstico se realiza mediante un electroencefalograma.
Desde el punto de vista jurídico, la
muerte cerebral se considera definitiva cuando el encefalograma plano tiene una
duración de treinta minutos.
Función respiratoria
Cuando cesa la función respiratoria,
la sangre no recibe oxígeno y las células del cerebro y del corazón mueren.
Esto sucede después de una intoxicación con curare, estricnina, etcétera, o de
un traumatismo muy grave.
El diagnóstico del paro respiratorio
se obtiene colocando un espejo en la boca de la persona; intentando oír la
respiración o efectuando sucesivas radiografías del tórax.
Función circulatoria
Sin sangre no es posible vivir. Es
un elemento necesario para transportar oxígeno y nutrientes al tejido celular.
La sangre del sistema venoso es sometida a un proceso de regeneración en los
riñones antes de regresar al corazón, donde es bombeada de nuevo hasta el
rincón más alejado del organismo humano. Cuando este ciclo ha sido impedido por
una herida o enfermedad, la vida entra en bancarrota amenazando con la muerte
más o menos inmediata.
El diagnóstico del paro circulatorio
se hace con el auxilio de un fonedoscopio o mediante un enlectrocardiograma. Un
ECG EEG plano representa la muerte, si bien es importante resaltar la siguiente
eventualidad: la muerte cerebral provoca la paralización del corazón, pero éste
puede ser activado mediante ventilación mecánica. Son los casos de
supervivencia vegetativa a través de la respiración artificial.
SIGNOS DE LA
AGONÍA
Toda muerte violenta puede ocurrir
de forma rápida o no. En uno y otro supuesto, los signos se conocen como
docimasia de la agonía, cuyo estudio es de gran interés a la hora de analizar
las circunstancias envolventes del suceso.
Docimacia hepática
Si alguien ha muerto de forma rápida,
dicha eventualidad se confirma por la presencia en el hígado de gran cantidad
de glucógeno. Sólo en los casos de muerte lenta, el glucógeno almacenado como
reserva de energía es utilizado durante la agonía, y por lo tanto, en la
autopsia apenas se descubre una pequeña cantidad en el hígado.
Docimasia suprarrenal
En las muertes rápidas existe
adrenalina depositada en la glándula suprarrenal por tratarse de una hormona de
gran importancia en las situaciones de miedo, angustia y excitación.
Si
la muerte ha sido lenta, la glándula suprarrenal se halla vacía porque la
adrenalina sirve para metabolizar el glucógeno durante la agonía.
Docimasia pericárdica
Cuando la muerte sobreviene por
agonía, en el saco pericárdico existe mayor cantidad de líquido; más de 15
centímetros cúbicos.
Docimasia pulmonar
Cualquier gestante sólo puede
respirar después del parto, nunca en el claustro materno. La docimasia pulmonar consiste en determinar
si la criatura muerta nació sin vida o falleció después. La existencia de
oxígeno en los pulmones es una evidencia de la respiración. La manera de
saberlo es introduciendo los pulmones en un recipiente lleno de agua. Si dichos
órganos no flotan, será un signo inequívoco de la muerte intrauterina.
PROCESOS DE
DESTRUCCIÓN DEL CADÁVER
En tanatología es de interés
fundamental conocer los procesos de autolisis y putrefacción, respectivamente.
El proceso de autolisis o
destrucción por sí mismo del cadáver se caracteriza por la pérdida de las
células tras sobrevenir la anoxia, la acidez, la desnutrición, el descenso de
la temperatura, etcétera. Es un fenómeno producido en el citoplasma celular
tras la destrucción de la membrana de los lisosomas y posterior liberación de
lisozima. El frío contribuye a retardar los efectos de la autolisis.
El proceso de putrefacción se
caracteriza por la decidida intervención de los gérmenes del cuerpo humano, si
bien también participan otros procedentes del exterior. En el primer caso, los
microbios endémicos del intestino y bronquios, fundamentalmente, cuya
existencia permanece más o menos controlada durante la vida de las personas,
adquieren una gran virulencia y proliferación segregando una sustancia capaz de
destruir los tejidos gracias a la detención de los mecanismos inmunológicos.
El proceso de putrefacción consta de
cuatro fases, cuyo desarrollo no sucede necesariamente de forma consecutiva,
sino de manera superpuesta en muchas ocasiones porque no todo el organismo se
descompone uniformemente.
Fase cromática
Aproximadamente al cabo de veinticuatro
horas del fallecimiento, aparece en el cadáver la denominada mancha verde
abdominal, concretamente en la fosa ilíaca derecha, a la altura del ciego. Se
trata de la sulfohemoglobina o mezcla del ácido sulfhídrico de la flora
bacteriana y la sangre. Según sean las condiciones del medio ambiente, la
irrupción de la mancha abdominal puede retrasarse; en invierno, desde luego.
La mancha abdominal no debe
confundirse con la mancha verde del esternón, característica de la muerte por
ahogamiento. Tanto en los ahogados como en los recién nacidos, la coloración
verdosa se presenta antes en la cara y en la cabeza.
Fase de hinchazón
El cuerpo humano aumenta de tamaño
debido a la producción de gases por la acción de los microbios. Los gérmenes
aerobios agotan el oxígeno del cadáver
y ceden paso a los microbios anaerobios, productores de gases como ácido
carbónico, amoníaco, ácido sulfúrico e hidrógeno, inflamables durante los
primeros días. Durante ese período, el cadáver desprende un olor fétido. La
cara se hincha y se vuelve de color negro, hasta el punto de hacer
irreconocible en muchos casos a la persona fallecida. La denominada "red
vascular de putrefacción", constituida por los vasos sanguíneos y
linfáticos, cubre por completo de azul todo el cuerpo, desde los cabellos hasta
las uñas de los pies.
Los gases microbianos hacen más
perceptible el aumento de tamaño en los testículos y en las mamas. En los
órganos internos producen vesículas y en la piel forman ampollas.
Fase colicuativa
Se produce cuando la piel se
desprende espontáneamente y el plasma sanguíneo aflora al exterior. Este
mecanismo se inicia entre una y dos semanas después de la muerte.
Fase esquelética
Comienza más tarde de la fase
colicuativa o al mismo tiempo. Consiste en la destrucción de los tejidos
blandos hasta dejar al descubierto los huesos, cuya pulverización es
irremediable.
COADYUVANTES
DE LA PUTREFACCIÓN
Además de los microbios endémicos
del cuerpo humano, en la putrefacción del cadáver pueden coadyuvar otros
insectos y animales. Son los siguientes:
Insectos
Son conocidos como "escuadrones
de la muerte" o ejércitos de moscas, hormigas, escarabajos, arañas,
etcétera.
Animales
Las ratas y otros roedores también
pueden devorar cadáveres. Los perros asimismo son capaces de hincar el diente a
sus dueños fallecidos. Suelen comenzar por la boca. La hiena es otro conocido
carroñero. En el mar, en los ríos y en las costas, los tiburones, las
barracudas, las morenas, los salmonetes, los cangrejos, entre otros, pueden
devorar cualquier cadáver. Finalmente, son numerosas las aves capaces de comer
carne humana putrefacta. Los buitres son los más conocidos. En Colombia, los
gallinazos (aves carroñeras), se han puesto las botas en más de una ocasión con
los cadáveres abandonados por el hampa o la narcoguerrilla.
OTROS FACTORES
CONDICIONANTES
En el proceso de putrefacción
influyen el medio ambiente, la complexión de la persona fallecida y las causas
de la muerte.
a) En ambientes polares,
la putrefacción se detiene por completo, y en ambientes menos frío o muy
cálidos y sin humedad, puede sobrevenir la momificación.
b) Las personas delgadas
y las mujeres tardan más en pudrirse.
c) Los fallecidos por
tuberculosis, cáncer o accidentes son proclives a retardar el proceso de
putrefacción. Cuando los enfermos han sido tratados con antibióticos,
sulfamidas, etcétera, la putrefacción se demora como resultado de la acción
antimicrobiana de dichos agentes.
PROCESOS DE
CONSERVACIÓN DEL CADÁVER
Iniciada la putrefacción, o no, pueden
aparecer determinadas condiciones susceptibles de conservar el cadáver en
estado de momificación y demás variantes.
Momificación
La momificación de un cadáver se
produce a raíz de la rápida desecación de los tejidos, cuyo retraimiento y
coloración entre pardo y negro, con aspecto de cuero seco y rígido, mantienen
la forma natural del cuerpo y los rasgos faciales durante mucho tiempo,
mientras las vísceras pierden tamaño y peso. La perseverancia de la estructura
histológica del cuerpo posibilita el diagnóstico de las alteraciones sufridas
en vida por el sujeto en cuestión.
No puede haber proceso de
momificación si no se dan determinados requisitos para impedir la proliferación
de los gérmenes putrefactores:
a) Ínfima humedad.
b) Elevada temperatura.
c) Buena ventilación.
La momificación suele acontecer
cuando el cadáver se halla depositado en un terreno seco y arenoso,
generalmente salino y estéril, propio de las zonas cálidas y desiertas. Estas
condiciones explican las antiguas momificaciones en Egipto y otros lugares
análogos, donde paradójicamente los soberanos y dirigentes políticos han sido
peor conservados debido a la costumbre de vendar y untar ese tipo de cadáveres,
cuyo efecto ha perturbado las condiciones de humedad, temperatura y ventilación
antes mencionadas.
La momificación puede conseguirse de
forma artificial mediante inyecciones de alcohol amílico. Por eso las
intoxicaciones provocadas con arsénico o antimonio retrasan el proceso de
putrefacción y favorecen la momificación. Entre las características propias de
los cadáveres momificados son de señalar las siguientes:
a) Menor peso, debido a
la progresiva deshidratación del cuerpo. Cuanto mayor sea la antigüedad de la
momia, menor será su peso.
b) Conservación de la
piel, cuya circunstancia permite la obtención de dactilogramas si previamente
los pulpejos de los dedos son tratados con glicerina. Las vísceras tardan
tiempo en pudrirse.
c) Extracción de tejidos
para la determinación del ADN y el sexo del cadáver.
Corificación
Es una variante de la momificación,
en la que la piel presenta un aspecto de cuero viejo, si bien mantiene cierta
flexibilidad. Se trata de una especie de disecación parcial cuando se deposita
el cadáver en una caja de zinc, tras espolvorearlo con sulfato de zinc, formol
y serrín. El tacto de la piel del muerto es apergaminado.
Saponificación
Es otra momificación parcial,
también conocida como adipocira. Suele aplicarse en las partes grasas: cara,
mamas, nalgas, abdomen, basándose en la capacidad de hidrodeslizamiento del
tejido subcutáneo. La grasa del cuerpo se desdobla en glicerina y ácidos. La
primera se destruye con la muerte y los ácidos grasos tienden a momificarse con
calcio, magnesio, sodio, potasio, etcétera, en ausencia de oxígeno y en presencia
de humedad. Asimismo, se ven enriquecidos con las proteínas transformadas
primero en aminoácidos y luego en ácidos grasos.
Cuando el cadáver está inmerso en
agua (poco oxígeno y mucha humedad), toda la grasa subcutánea se convierte en
adipocira; una sustancia blanca en el agua y amarilla en la tierra, de aspecto
jabonoso y viscosos cuando la saponificación es reciente, parecido al queso de
Burgos, y granulado, viejo y quebradizo cuando data de más tiempo. Los
cadáveres de personas obesas y enfermos hepáticos son más propensos a
reproducir los efectos de la saponificación.
Embalsamamiento
Cuando la inhumación no se practica
en el cementerio, se hace obligado embalsamar el cadáver. Las sustancias
empleadas impiden la putrefacción al eliminar los gérmenes, pero no la
autolisis, como se desprende del alisamiento característico de las células del
cerebro en un cadáver embalsamado.
El proceso del embalsamamiento
consiste en disecar una arteria y una vena; elaborar una solución con 5 litros
de agua destilada, 3 litros de alcohol, 2 litros de formol y 500 gramos de
urotropina e inyectar la solución con una cánula por la arteria suturada hasta
conseguir expulsar la sangre del organismo a través de la vena. Cuando deje de
aflorar la sangre y comience a fluir la solución inyectada, se dan los puntos
de sutura necesarios tanto en la arteria como en la vena. El cadáver se
apergamina y queda en estado momificatorio.
AUTOPSIA
MÉDICO LEGAL
La tanatopsia o necropsia es la
operación tendente a determinar la causa de la muerte y demás circunstancias.
La regulación jurídica de la autopsia se halla contemplada en la Ley de
Enjuiciamiento Criminal. Han de asistir el titular y el secretario del Juzgado
de Guardia y el representante del Ministerio Fiscal o en su defecto las personas
autorizadas por ellos.
La autopsia judicial se practicará
en los siguientes casos: muerte violenta (accidentes, homicidios,
intoxicaciones, suicidios) y muerte sospechosa de criminalidad. La primera
etapa de la autopsia estriba en el levantamiento del cadáver, acto presidido
por el juez y auxiliado por el médico forense adscrito al Juzgado de Guardia.
De forma general, en esta fase se ha de confirmar la muerte; el tiempo
transcurrido y las causas de la misma. A continuación, el cadáver es trasladado
al Instituto Anatómico Forense, donde se procederá de la siguiente manera:
a) Inspección del cuerpo
y la ropa, especialmente botones, marcas, hechura, lugar de fabricación,
etcétera, así como la documentación y otros efectos personales.
b) Determinación del
sexo, talla, peso, color del cabello, color del iris, etcétera.
c) Obtención de los
dactilogramas y la fórmula dentaria.
d) Calcular la edad, en
los supuestos de cadáveres anónimos, mediante radiografías para detectar el
estado de osificación de los huesos.
e) Fotografiar
detalladamente el cadáver.
f) Estudio minucioso de
las cicatrices y los tatuajes.
g) Estudio biológico con
determinación del grupo sanguíneo y el ADN.
h) Examen y medición de
las heridas causadas con armas de fuego, con objetos punzantes, etcétera.
Una vez finalizado el catálogo de
instrucciones anteriores, el médico y los auxiliares acometerán la autopsia
propiamente dicha, cuya ejecución consiste en la apertura de todas las
cavidades: cráneo; tórax y abdomen.
Apertura del cráneo
Con una sierra eléctrica (en muchos
rincones del mundo aún subsiste el serrucho de toda la vida), se secciona el
cuero cabelludo por el occipucio y el mismo se revierte hacia atrás y hacia
adelante hasta dejar la tapa del cráneo al descubierto. Se corta la bóveda
craneal en forma de círculo y acto seguido se procede de igual forma con las
membranas piamadre, duramadre y aracnoides. La operación culmina con la
extracción del cerebro para su análisis macroscópico.
Apertura del tórax y el abdomen
Previamente, se ha de practicar una
incisión desde el cuello hasta el abdomen y luego seccionar las costillas con
una sierra eléctrica (atrás quedó la técnica del escoplo y el martillo).
Después se procede a estudiar las vísceras por el siguiente orden:
a) En el pulmón se
observará la diferencia cromática de sus paredes, así como se detectará la
presencia de tumores.
b) En el saco
pericárdico, cuya misión es proteger al corazón de posibles traumatismos, se
practicará un corte para dejarlo al descubierto y después se hará lo mismo con
los ventrículos para detectar cualquier patología, como hemorragias e infartos.
c) En el estómago se
buscarán restos de comida, veneno, etcétera.
d) También serán
examinados el hígado, el bazo, el intestino, la vesícula biliar, el riñón. En
las mujeres violadas se abren la matriz y la vagina.
Lesiones post mortem
Otro de los puntos estudiados en la
autopsia es averiguar si las lesiones examinadas han constituido el origen de
la muerte o si han sido provocadas después para enmascarar la verdadera causa
del hecho criminal. La autopsia ha de revelar los siguientes aspectos:
a) Si ha existido
hemorragia tras la muerte, la misma ha sido de menor volumen, pues la
hemorragia en vida es más cuantiosa. Paradójicamente,
en la hemorragia post mortem se
aprecia un mayor número de hematíes y la sangre no está coagulada. La
coagulación es un signo de vida, si bien hasta seis horas después de la muerte
se puede dar algún extraordinario caso de coagulación en el cadáver.
b) Falta de retracción
en los tejidos porque la misma sólo se manifiesta en vida de la persona. Por
ejemplo, cuando se dispara un arma de fuego contra un cadáver, el orificio
abierto por la bala se mantiene intacto, situación diferente cuando las
contracciones de los músculos desdibujan parcial o totalmente la herida de bala
ocasionada en individuo vivo.
c) Cuando en el cadáver
no se aprecie pus en la herida disimulada, es un síntoma evidente de la no
proliferación de leucocitos, cuya misión consiste en fagocitar o devorar tanto
los hematíes destruidos como los microbios invasores. Los signos de la
degeneración de la herida sólo es posible en vida de la persona.
d) Presencia de cloro,
histamina y serotonina provenientes de las vacuolas del protoplasma de las
células heridas. Si no existen tales sustancias en la lesión examinada, la
muerte no puede achacarse a la misma.
e) Observación de
protozoos en las muertes por sumersión. Los protozoos son microorganismos
unicelulares, presentes en el agua, y por lo tanto en la sangre de la persona
muerta tras pasar desde los pulmones hasta la corriente sanguínea. Si ese tipo
microorganismos no coinciden con los del agua de la zona donde ha sido
localizado el cadáver, evidentemente la muerte se produjo en otro sitio. Un
segundo supuesto, la ausencia de cualquier clase de protozoos revela una muerte
no por inmersión.
f) Examen del ventrículo
derecho, donde, en casos de muerte por hemorragia, se acumula hasta un setenta
y cinco por ciento del plasma inyectado en el torrente circulatorio para
mantener a toda costa la presión arterial y evitar la paralización del corazón
y el cerebro. La hidremia (agua y sangre) en la herida es un signo de
hemorragia no contenida en vida.
TRANSPLANTES
DE ÓRGANOS
Desde hace décadas, los transplantes
de órganos en seres humanos han constituido un remedio contra determinadas
situaciones irreversibles. Modernamente, la ciencia médica ha logrado sustituir
algunos órganos dañados por otros mecanismos artificiales, pero todavía
continúa siendo necesario recurrir al aprovechamiento de ciertos órganos de las
personas fallecidas recientemente.
Requisitos de los transplantes
a) Muerte hospitalaria,
pues en los centros clínicos es posible la intubación o ventilación mecánica y
así permitir el funcionamiento cardíaco.
b) Ausencia del reflejo pupilar, con midriasis
(pupila dilatada), síntoma del comienzo de la relajación muscular post mortem.
c) Análisis sanguíneo
con el fin de confirmar la presencia de barbitúricos, pues la administración de
los mismos tiene como finalidad deprimir el sistema nervioso central, semejante
a la muerte.
d) Muerte cerebral, cuya
evidencia ha de quedar patente a través de la inconciencia; de la no
contracción de la pupila tras ser alumbrada con un foco de luz intenso y de la
falta de respiración.
e) Electroencefalograma
plano durante seis horas como mínimo.
f) Retirar la
ventilación mecánica y comprobar que la persona no respira por sí misma.
g) Confirmación de la
muerte por parte de tres facultativos: el jefe del servicio, el neurocirujano y
un tercer médico. Ninguno intervendrá en el transplante.
h) En los supuestos de
muerte violenta, deberá personarse el médico forense, quien informará al juez
de guardia con el fin de permitir la operación de transplante. La extracción
del órgano no podrá interferir la realización de la autopsia.
i) Preguntar a la
familia por si acaso el fallecido
manifestó por escrito su oposición a cualquier tipo de extracción de sus
órganos. En caso negativo, la legislación vigente no prohibe el aprovechamiento
de los órganos de las personas fallecidas.
Técnica del trasplante
Los transplantes pueden hacerse
desde personas aún con vida o desde cadáveres. En ambos caso, ha de analizarse
una muestra del tejido hepático tanto del donante como del receptor por si
hubiera algún tipo de incompatibilidad entre ambos. De igual manera se
procederá con un ganglio o con los propios linfocitos. El resultado siempre
será positivo, pues de lo contrario el órgano transplantado se iba a destruir
en el cuerpo del receptor. Excepto en el caso de los riñones, la mayor parte de
los transplantes se hace desde cadáveres, por lo cual es imprescindible cumplir
el requisito de muerte hospitalaria.
Cuando el corazón deja de latir, la
sangre deja de circular y sufre un estancamiento. Al cabo de veinte minutos o
más provoca una micro coagulación en las arterias. Pero si la persona muere en
un centro clínico es posible mantenerla con vida vegetativa y el corazón
continúa bombeando sangre y oxígeno al resto del organismo. Seguidamente se
procede a la extracción del órgano trasplantable, cuya conservación se logra a
baja temperatura después de sustituir la sangre del donante por un líquido de
perfusión. Es importante someter el órgano a las pruebas de detección de
enfermedades como la hepatitis, el SIDA, la sífilis, etcétera.
Entre las condiciones específicas de
los transplantes de páncreas, corazón, hígado y riñón, caben destacar la edad
de los donantes y el intervalo desde la muerte hospitalaria y la hora del
transplante. El páncreas puede transplantarse si la persona fallecida aún no
había rebasado la edad de cuarenta años. Tratándose del corazón y riñón, la
edad del donante en el momento del fallecimiento ha de rondar como máximo los
cincuenta y setenta años, respectivamente. El intervalo desde la muerte del
donante y el transplante del órgano ha de girar en torno a los siguientes
valores: corazón, hasta cinco horas después de la extracción; hígado, hasta
doce horas, y riñón, hasta veinticuatro o cuarenta y ocho horas. El éxito de
los transplantes de órganos radica en la información previa; en la rapidez de
las pruebas de compatibilidad y en la velocidad del transporte.
Según datos aproximados, el 60 por
ciento de los transplantados de corazón y el 75 por ciento de transplantados de
hígado sobreviven felizmente al cabo de cinco años. Tales porcentajes se
disparan hasta el 85 por ciento en el caso de los pacientes intervenidos por un
transplante de riñón.
Otros órganos transplantables son el
cristalino (cirugía de cataratas), la médula ósea, el pelo (tratamiento contra
la calvicie) o los pulmones. Las transfusiones de sangre constituyen el
transplante por excelencia entre personas en casos de guerra, accidentes de
circulación, intervenciones quirúrgicas, catástrofes, etcétera.
MUERTE POR
ARMA BLANCA
En los casos de fallecimiento por
heridas de arma blanca, se determinarán las circunstancias de los hechos para
esclarecer si hubo homicidio o suicidio.
Indicios de suicidio
a) No se usan elementos punzantes,
sino cortantes o cortopunzantes.
b) Con instrumentos
cortantes es habitual la sección de las venas de la cara anterior de los
brazos. Si el suicida es diestro el brazo afectado será el izquierdo y
viceversa. Las lesiones en la muñeca suelen ser varias y en paralelo. Pueden
afectar al tendón.
c) En los suicidios por
degüello se perciben cortes a modo de prueba o tentativa. El suicida acostumbra
a colocarse delante de un espejo para fijar convenientemente la zona del corte.
El espejo aparece salpicado de sangre debido a la elevada presión de la arteria
carótida. Es un sistema empleado raramente.
e) Los instrumentos
cortopunzantes aparecen clavados en la región precordial con la intención de
perforar el corazón. En Japón, la forma corriente de suicidio entre los
miembros de la Yakusa (sociedad secreta del crimen organizado), consiste en el harakiri o perforación del abdomen con
un sable de un lado a otro.
Indicios de homicidio
a) Las heridas se hallan
en cualquier parte (cabeza, tronco o extremidades).
b) Las heridas situadas
en los dedos, manos, brazos y antebrazos de la víctima suelen ser heridas de
autodefensa.
c) En los accidentes de
tráfico, los ocupantes delanteros del vehículo siniestrado pueden tener heridas
cortantes en la cara y en el cuello, causadas por los fragmentos del parabrisas
roto.
MUERTE POR
INCENDIO
Las personas muertas como resultado
de una quemadura de tercer grado, cuyo esqueleto, vísceras y tejido cutáneo han
quedado carbonizados, presentan las siguientes características generales, sin
perjuicio de otros indicios propios de los diferentes tipos de quemaduras:
a) Menor volumen del
cuerpo por la completa carbonización de los cartílagos y algunos huesos
frágiles.
b) Aspecto rejuvenecido
cuando no existe un gran deterioro del cuerpo.
c) Tacto muy duro.
d) Lesiones externas,
similares a las ocasionadas por arma blanca tras resquebrajar la piel.
e) Color negro.
f) Encogimiento de las
piernas y brazos, en la denominada "posición del boxeador", debido a
la carbonización de los músculos flexores y extensores. Los músculos
esqueléticos contienen dos tipos de fibras nerviosas, cuya función por separado
es la de contraerlos o distenderlos. La primera función es más potente, y
definitiva por la lesión irreversible del cerebro como encargado de limitar la
acción del músculo.
g) Existencia de
monóxido de carbono en el ventrículo o en el tejido miocárdico (en las muertes
por incendio).
h) Signos de quemadura
en la tráquea y bronquios (en las muertes por incendio).
i) Partículas de ceniza
en el estómago (en las muertes por incendio).
j) Traumatismo craneal
(incendio con derrumbamiento del techo).
k) Desaparición de los
órganos genitales externos en el hombre (en la mujer se conserva el útero).
MUERTE POR
ELECTROCUCIÓN
La electricidad como causa de
accidente se debe a la corriente doméstica, a la catenaria de los ferrocarriles
y metro, a los motores eléctricos, a los rayos, etcétera. En ciertos países,
como EEUU, algunos condenados mueren por descargas eléctricas.
Cuando la electricidad penetra en el
cuerpo, cada órgano presenta una resistencia diferente: máxima en los huesos y
mínima en la sangre y nervios. Entre las dos clases de corriente eléctrica,
alterna y continua, la primera es más peligrosa por cuanto puede originar
contracciones tetánicas y graves lesiones óseas y musculares. El corazón es muy
sensible a la corriente alterna de 60 ciclos.
Las quemaduras eléctricas provocan
sendas úlceras de color negro, una en la herida de la entrada y otra en la de
salida. No sangran apenas. El calor de una descarga eléctrica se halla en
función de la intensidad de la corriente (se mide en amperios); la resistencia
(cuanto menos sea, más rápida será la electrocución sin quemadura) y la
duración. Cuando la corriente es de alto voltaje, la misma puede ocasionar
incrustaciones procedentes del conductor metálico. Cuando la descarga eléctrica
no provoca la muerte, sí puede producir una trombosis con infarto primero y
gangrena después. También son afectados los músculos, el riñón y los ojos. Las
cataratas son un fenómeno tardío, pero irremediable.
Entre las causas de la muerte por
electrocución, destacamos las siguientes:
a) Lesión del sistema
nervioso cesando la respiración, la circulación y la presión arterial.
b) Interferencia del
ritmo cardíaco.
c) Contractura de los
músculos torácicos y asfixia.
MUERTE POR
FULGURACIÓN
El rayo es otra de las causas
relacionadas con la muerte por quemadura. Presenta las siguientes
características:
a) Chamuscamiento del
pelo.
b) Quemadura local no
muy importante por la escasa resistencia eléctrica del cuerpo mojado. El rayo
lo cruza rápidamente.
c) Parálisis de los
vasos capilares en la trayectoria del rayo porque la sangre es buena conducta
de la electricidad. La red vascular semeja un helecho.
d) Proyección de la
víctima a varios metros de distancia. Generalmente, hay traumatismos óseos,
etcétera.
e) Aumento brusco de la
temperatura hasta unos 300 grados. El efecto consiste en provocar la rotura del
vestido y en incrustar en el cuerpo cadenas, relojes, pulseras, anillos y
cualquier objeto fundible.
f) Predisposición a la
muerte por fulguración de las personas desnutridas, fatigadas y amorfas. La
gente nerviosa y en estado de alerta consigue sobrevivir en determinados casos.
MUERTE POR
ASFIXIA
Desde el punto de vista médico
forense, la muerte por asfixia engloba diversos traumatismos: inhibición,
ahorcamiento, estrangulación, sofocación, sumersión, bien por entrada de
líquido en las vías aéreas o bien por la falta de oxígeno en las células.
Los principales signos de la muerte
por asfixia son:
a) Isquemia cerebral.
b) Petequias en diversas
zonas del cuerpo.
c) Cianosis,
fundamentalmente en la cara, labios, orejas y uñas.
d) Equimosis
subconjuntival.
e) Piqueteado
hemorrágico en cuello, cara, nuca y espalda.
MUERTE POR
INHIBICIÓN
Se produce como resultado de un
traumatismo físico o una alteración emocional (tensión en espectáculos o
situación de riesgo). Los niños y ancianos son los grupos más vulnerables
porque en ellos predomina el sistema parasimpático. Son individuos vagotónicos,
con ritmo cardíaco lento. Los nervios vagotónicos actúan sobre todo por la
mañana y después de comer. De ahí la prohibición de bañarse tras ingerir
alimentos para evitar el contraste entre la temperatura del cuerpo y el agua
más fría. En el bando contrario, los adultos nerviosos e hipertensos corren
menos peligro de morir por inhibición.
Anatomía de la inhibición
a) Zona de la laringe,
dotada de muchos nervios vegetativos, cuya estimulación produce una impresión
primaria o normovolémica. Por eso es necesario el uso de anestesia antes de
proceder a la colocación de un tubo para la respiración artificial.
b) Región epigástrica o
plexo solar, situada tras el estómago, entre el hígado y el páncreas.
c) Órganos genitales.
Las contusiones causadas en el cuello uterino útero durante un aborto.
d) Área perianal. La
dilatación anal brusca puede ocasionar una impresión repentina. De ahí la
administración de anestesia antes del tratamiento proctológico.
MUERTE POR
AHORCAMIENTO
La muerte se produce por la presión
de un lazo en el cuello hasta comprimir totalmente las venas yugulares, la
arteria aorta, la tráquea, el esófago y la médula espinal como resultado de la
rotura de las vértebras. Cesan las funciones vitales del sistema nervioso,
corazón y pulmones.
Hay varios tipos de ahorcamiento,
según halla sido la suspensión del cuerpo: completo, incompleto, simétrico,
blando, etcétera.
Fases del ahorcamiento
a) Período de inicio.
Se caracteriza por una sensación
sofocante en la cabeza, destellos luminosos y zumbidos en los oídos. Las
piernas cuelgan pesadamente, sin dolor ni disnea. Sobreviene la desaparición de
las sensaciones y la pérdida del conocimiento aproximadamente diez segundos más
tarde.
b) Período intermedio.
Se producen convulsiones en las
extremidades y muecas de agonía.
c) Período final.
Culmina entre ocho y doce minutos
después del ahorcamiento. En esta fase aparecen los signos de la muerte; cesan las
funciones respiratoria y circulatoria y se relajan los esfínteres.
Signos externos del ahorcamiento
a) Surco del lazo.
b) Estiramiento del
cuello.
c) Inclinación de la
cabeza hacia el lado contrario del nudo.
d) Ojos desorbitados y
derrame sanguíneo.
e) Congestión del
rostro.
f) Otorragia.
g) Palidez en la cara.
h) Lengua sobresaliente.
i) Emisión de heces
fecales.
j) Livideces en las
extremidades inferiores.
k) Heridas menos graves
en codos, manos, rodillas, piernas y pies, debido a los golpes originados por
los espasmos contra las paredes u otros objetos cercanos.
l) Erección y
eyaculación por la contracción de las vesículas seminales.
m) Micción.
Signos internos del ahorcamiento
a) Manchas de hemorragia
en el cerebro, típicas en las muertes por asfixia.
b) Enfisema o
infiltración gaseosa subpleural.
c) Mucosidad
sanguinolenta en los conductos bronquiales, en la tráquea y en la faringe
nasal.
d) Equimosis o moratones
en el tejido prevertebral.
e) Desgarro en la túnica
interna de las arterias carótidas.
f) Rotura de la laringe.
g) Congestión del
estómago e intestinos, cuyas mucosas están cubiertas de sangre.
h) Cerebro
congestionado.
i) Sección de la médula
espinal.
Supervivencia de ahorcados
Aunque en principio el ahorcamiento
es un método definitivo de provocar la muerte, se han dado numerosos casos de
sobrevivencia por resistencia de la víctima o impericia del verdugo.
Entre los ahorcados reanimados tras
un breve tiempo de suspensión, ninguno ha sufrido la fractura de vértebras.
Pero han sido presa de las siguientes secuelas:
a) Estado semicomatoso
durante largo tiempo.
b) Parálisis de ciertos
órganos.
c) Convulsiones tónicas
o clónicas.
d) Alteraciones
emocionales: confusión, depresión, neurosis maniática, falta de memoria.
e) Herida de surco por
lazo.
f) Disfagia y afonía por
rotura del hueso hioides y la glándula tiroides.
g) Congestión pulmonar.
Simulación de suicidio
Cuando la muerte por ahorcamiento no
es consecuencia de un homicidio legalizado (en algunos países de religión
musulmana) ni por la voluntad del suicida, hay una serie de signos evidentes
del asesinato:
a) Huellas de violencia
en el cuerpo, excepto la desolladura del cuello y las lesiones propias de las
convulsiones.
b) Señales de forcejeo
en la ropa.
c) Indicios de lucha en
el lugar de los hechos: armas, pisadas de más personas, objetos desplazados,
etcétera.
d) Marcas en el suelo
debido al arrastre del cadáver antes de colgarlo y restos de tierra en la ropa,
en los zapatos, en las manos.
d) Vestigios
tanatológicos de homicidio (livideces en zonas impropias, etcétera).
e) Existencia de veneno
o traumatismos craneales, signos de homicidio por intoxicación o mediante
golpes.
MUERTE POR
ESTRANGULACIÓN
En España, la estrangulación o
muerte por garrote vil ha sido legal hasta no hace muchos años. El último
ajusticiado por dicho sistema se llamaba Puich Antic.
Desde el punto de vista del
procedimiento mecánico, el estrangulamiento es la constricción externa del
cuello por cualquier sistema diferente al utilizado en la suspensión del
cuerpo.
Si bien algunos signos de la
estrangulación y ahorcamiento son similares, la maniobra, situación y
condiciones del estrangulamiento tienen sus propias características,
detectables en la inspección ocular.
Mecanismos del estrangulamiento
a) Oclusión de las vías
respiratorias.
b) Cierre de los vasos
sanguíneos.
c) Lesiones nerviosas.
Signos externos de la muerte
a) Escoriaciones o
heridas en forma de media luna en el cuello de la víctima, provocadas por los
dedos del agresor.
b) Marca del surco
generado por un agente constrictor (soga, cinturón, toalla enrollada, cable,
etcétera). La señal tiene forma horizontal y se halla en el nivel de la
laringe. El grosor del surco es indicativo del tipo de agente utilizado.
c) Inyección sanguínea
de las células conjuntivas.
d) Coloración azulada e
hinchazón del rostro por congestión de la sangre.
Signos internos de la muerte
a) Presencia de fluido sanguinolento
en la fosas nasales y en la boca.
b) Desplazamiento de la
lengua.
c) Restos de sangre en
las glándulas salivales.
d) Luxación o fractura
de los cartílagos.
e) Rotura de la túnica
interna de la arteria carótida.
f) Espuma en abundancia
en laringe, tráquea y bronquios.
g) Enfisema pulmonar por
congestión de las vías respiratorias.
h) Mancha lívida en la
faringe.
i) Insuficiente aporte
de sangre al cerebro.
j) Dislocación o
fractura de las vértebras cervicales.
Otras señales en el
estrangulamiento
a) Desgarro en la ropa y
heridas en la víctima como signo de lucha y resistencia (en caso contrario se
ha de analizar si las vísceras conservan restos de droga, medicamento u otro
producto adormecedor).
b) Restos de semen en el
caso de mujeres y niños estrangulados, para determinar si también hubo
violación.
MUERTE POR
SOFOCACIÓN
Este tipo de muerte se produce
cuando la imposibilidad de arribar el aire a los pulmones no tiene como causa
la constricción del cuello ni la penetración de ningún líquido en la tráquea y
bronquios. Por lo tanto, no tiene ninguna relación con el ahorcamiento,
estrangulación y sumersión. La sofocación se produce por la mera falta de
oxígeno. Entre los mecanismos capaces de impedir tal circunstancia, caben destacar
los siguientes:
a) Confinamiento en
recintos herméticamente cerrados.
b) Enterramiento.
c) Taponamiento de la
nariz y la boca.
d) Oclusión de los
conductos aéreos por atragantamiento.
e) Compresión del tórax.
Signos de la muerte por confinamiento
a) Elevado grado de
humedad desprendida por el asfixiado.
b) Amoratamiento de la
cara de la víctima.
c) Uñas rotas por haber
intentado abrir un agujero en la puerta, ventanas o paredes del recinto
herméticamente cerrado (armario, baúl, submarino,
mina, etcétera).
d) Ojos inyectados en
sangre.
e) Hemorragias nasales.
f) Sangre de color rojo
oscuro, por falta de oxígeno.
g) Manchas en el
pericardio, pleuras y cuero cabelludo interno.
h) Enfisema pulmonar.
Signos de la muerte por enterramiento
a) Equimosis por la
sufusión de la sangre.
b) Heridas abiertas por
el impacto de los materiales (escombros, montaña de arena, basura, lodo, cargas
de cereales o harina, etcétera).
c) Signos genéricos de
la asfixia. Ver Muerte por asfixia.
d) Restos del material
causante en las vías respiratorias (de no hallarse tal presencia cabe suponer
la simulación de la muerte por sepultamiento).
Signos de la muerte por oclusión
de las vías respiratorias
a) Huellas de lucha
cuando la sofocación ha sido provocada por la mano de un criminal.
b) Presencia de una tira
de esparadrapo, bolsa de plástico, almohada, cadena de joyería, etcétera, tanto
en homicidios como en accidentes de niños, ancianos o personas borrachas o
drogadas, sin control suficiente para contrarrestar una eventual negligencia.
Signos de la muerte por
atragantamiento
a) Rasguños en el
cuello, producidos por la víctima en su afán de librarse del objeto causante
(bolo alimenticio, espinas, huesos, monedas, chupetes, dentaduras postizas,
etcétera).
b) Lesiones en la boca
por el intento de sacar el objeto con las manos.
c) Máscara equimótica.
d) Enrojecimiento de la
membrana conjutival.
Signos de la muerte por
compresión del tórax
a) Presencia del agente
causante (escombros, vigas, árboles, sacos cargados y cualquier otro elemento
que impida el movimiento de inspiración y espiración de los pulmones).
b) Congestión de varias
zonas del cuerpo.
c) Cianosis.
d) Edema pulmonar.
f) Dilatación del
corazón.
g) Bajo contenido de
oxígeno en la sangre arterial.
MUERTE POR
SUMERSIÓN
Esta clase de muerte se produce por
la penetración de un elemento líquido en las vías respiratorias. La sumersión
puede ser intencionada (asesinato y suicidio) o accidental (nadadores
negligentes, borrachos, gente desvalida, etcétera). En el caso de una persona
que no sabe nadar, el mero impacto contra el agua es suficiente para originar
la muerte por inhibición si no es socorrida de inmediato. Cuando el agua invade
los pulmones tras provocar la explosión de los alveolos, no hay salvación
posible.
Signos de la muerte por
ahogamiento
a) Cuerpo mojado (si no
ha transcurrido mucho tiempo).
b) Temperatura fría del
cadáver.
c) Contracción de los
músculos erectores del pelo, escroto y pezones.
d) Piel blanca y
arrugada en la palma de las manos.
e) Livideces sonrosadas
(no rojas), debido a la mezcla de sangre y agua.
f) Fenómeno de
saponificación. Ver el capítulo de Tanatología.
g) Lesiones provocadas por
animales marinos, escolleras, arrecifes, etcétera (si las heridas fueron
ocasionadas en vida, las mismas aparecerán coaguladas).
h) Presencia de espuma
dentro de los bronquios (visible en la boca y fosas nasales entre doce y
veinticuatro horas después de la muerte por la presión de los gases del
intestino y subsiguiente expansión del diafragma).
i) Existencia de
microorganismos en la sangre.
j) Embolia cerebral.
NEONATALOGÍA
Es otra rama de la medicina forense,
cuya finalidad es el estudio de la muerte del recién nacido y los fenómenos
derivados de la misma.
Nacimiento con vida
Entre los requisitos exigidos por el
Código Civil en materia de nacimiento con vida de personas físicas, es
imprescindible la duración del feto, desprendido del seno materno, por un
tiempo mínimo de veinticuatro horas. La certificación del nacimiento, ya sea
con vida o no, corresponde al médico del centro hospitalario donde se haya
producido el alumbramiento.
Signos de nacimiento con vida
Cuando existan fundadas sospechas de
la muerte no natural de un recién nacido (asfixia, estrangulamiento, inmersión,
traumatismo, etcétera), se investigarán las siguientes circunstancias:
a)
Presencia de la mancha verde abdominal en la fosa ilíaca derecha, pues cuando
el feto nace muerto no tiene gérmenes en el intestino ciego. En estos casos, la
putrefacción suele iniciarse en el tórax.
b) Respiración y llanto.
El hecho de llorar expande los pulmones permitiendo la respiración y la
dilatación del tejido pulmonar. Si no hay respiración ni llanto, ha de sacarse
una radiografía del tórax para determinar si hubo aire en algún momento. Tal
circunstancia se confirma por el color más oscuro en la zona donde se acumuló
el aire por ser éste menos denso. También en el estómago se aprecia una bola de
aire si el feto ha vivido más de doce horas.
c) Posición baja del
diafragma. Cuando no ha existido vida, el diafragma está situado entre la
cuarta y la quinta de las costillas.
d) Crepitación de los
pulmones y ocultación del corazón por el pulmón izquierdo en su movimiento
respiratorio. La respuesta negativa en ambas circunstancias se revelan por el
tacto amorfo de los pulmones y la situación exógena del pericardio.
e) Restos de alimentos
en el estómago y en el intestino. Cuanto más tiempo haya transcurrido desde la
hora del nacimiento, mayor será el volumen de leche acumulada.
f) Existencia de saliva.
Indicios del tiempo de vida
Tan fundamental como es determinar
si hubo muerte natural o no del recién nacido es averiguar el tiempo transcurrido.
En neonatología se utilizan los siguientes procedimientos:
a) Compresión del pezón
del bebé para saber si hay restos de calostro materno. El análisis positivo en
laboratorio confirmará la prolongación de la vida durante dos días como máximo
después del parto, pues transcurrido dicho tiempo la leche materna sustituye al
calostro.
b) Extracción del
estrógeno de la madre en la orina del recién nacido, pues durante los primeros
días la eliminación de esta hormona se produce por el aparato urinario. Transcurridos
cinco días de vida, desaparece por completo de la orina.
c) Eliminación del
meconio (sustancia oscura y viscosa) en los primeros cinco días. Si no existen
restos, el bebé ha sobrevivido como mínimo ese tiempo.
d) Presencia del cordón
umbilical. Si se mantiene turgente y húmedo, el bebé no logró vivir más de dos
días. A partir de ese tiempo va secándose paulatinamente hasta su
desprendimiento al cabo de una semana después del parto.
ABORTOS Y
PARTOS ANÓMALOS
La legislación española contempla
tres casos posibles de aborto: violación de la mujer; malformación congénita
del feto provocada por el síndrome de Down o del SIDA y riesgo para la madre
(enfermedades cardíacas y renales y tumores malignos). El último gobierno del
PSOE dejó sin cumplir la promesa de despenalizar el cuarto supuesto: falta de
recursos económicos.
Procedimientos abortivos
El aborto es la interrupción del
embarazo, bien en el seno de la madre o bien provocando la expulsión
extrauterina del feto. Puede ocasionarse de forma mecánica, física o química.
Todos tienen como fin provocar la contracción del útero y la evacuación del
embrión. Algunos métodos tienen consecuencias graves para la madre, como por
ejemplo, los rayos X y el veneno.
a) Procedimiento
mecánico:
-Golpes propinados
en el abdomen.
-Dilataciones
forzadas de la vagina.
-Inyección a
presión de agua caliente.
-Dilatación
del cuello uterino.
-Succión del
tejido fetal y placentario por medio de una cánula conectada a una bomba de
aspiración.
b) Procedimiento físico:
-Inyección de
calor.
-Descarga de
corriente galvánica.
-Empleo de
rayos X.
c) Procedimiento
químico.
-Utilización
de plomo, arsénico y quinina.
-Empleo de
perejil, ruda y azafrán.
Sintomatología del aborto
Entre los indicios del aborto, ya
sea provocado o espontáneo, son de señalar los calambres en el abdomen y la
hemorragia. En los dos primeros meses no existe placenta. La infección es otro
síntoma del aborto.
Cuando ha transcurrido dos meses del
embarazo, el aborto, sea cual sea la causa, sucede en dos fases. Inicialmente
se produce la expulsión del feto y después la membrana envolvente de corion y
amnios y la placenta.
Diagnóstico médico del aborto
Una vez se ha tenido conocimiento de
un aborto no contemplado entre los supuestos legales, el médico forense deberá:
a) Confirmar la
existencia del aborto mediante la exploración de la abortista. La microbiopsia
del útero desvelará restos de placenta. Asimismo se ha de realizar un estudio
toxicológico de la sangre, la orina y el tejido de la mujer en caso de muerte.
b) Averiguar si el
aborto ha sido natural o provocado y determinar las causas del fallecimiento de
la mujer, así como el procedimiento empleado, medidas de seguridad higiénica,
salud de la abortista, etcétera.
Condiciones sanitarias del aborto
Los abortos tolerados por la
legislación española podrán efectuarse en los centros o establecimientos
sanitarios, tanto públicos como privados, que cuenten con los siguientes medios
físicos, humanos y técnicos:
a) Un pabellón de
recepción; un despacho para información y asesoramiento; una sala de
intervenciones quirúrgicas y una estancia para descanso y recuperación. Todas
las instalaciones deberán contar con las medidas de habitabilidad e higiene
exigibles a cualquier clínica u hospital. Cuando el aborto se practique para
salvaguardar la salud de la mujer, el centro sanitario deberá contar con las
unidades de enfermería y hospitalización correspondientes
b) Un médico
especialista en obstetricia y ginecología; personal de enfermería y asistencia
social.
c) Material de medicina
general; material para realizar exploraciones ginecológicas; material para
efectuar abortos y material informativo y didáctico.
Condiciones de tipo
administrativo
Las autoridades sanitarias darán a
conocer periódicamente los centros públicos acreditados en materia de aborto.
Asimismo, autorizarán e inspeccionarán las clínicas y hospitales de carácter
privado.
Entre los requisitos exigidos a los
centros sanitarios donde sea corriente la practica de abortos, es necesario
conservar el historial clínico y los informes y documentos de todas las
intervenciones. Entre los documentos mencionados cabe destacar la autorización
expresa de las pacientes. En los abortos urgentes por grave riesgo para la vida
de la gestantes se prescindirá del consentimiento y los dictámenes. En todos
los supuestos se mantendrá la confidencialidad de los datos.
La emisión de los dictámenes
preceptivos, con el fin de evitar cualquier fraude de la ley, se hará por los
médicos especialistas acreditados en los centros sanitarios, independientemente
de la autorización como clínicas u hospitales abortistas. Estos médicos
especialistas deberán contar con instalaciones y técnicas de ecografía para
diagnosticar deformaciones congénitas del feto; bioquímica para detectar
enfermedades metabólicas; citogenética para descubrir alteraciones
cromosomáticas y analítica para determinar malversaciones de origen infeccioso.
La información sobre las consecuencias
médicas, psicológicas y sociales de la prosecución del embarazo o de la
interrupción del mismo, así como las
medidas de asistencia social y orientación familiar, serán facilitadas a las
solicitantes por el personal sanitario de los centros.
Nota.- Este
trabajo no podría concluir sin incorporar algunas fotografías de autopsia.
Quizá pueda herir la sensibilidad de algunas personas. Fundamentos y técnicas de la autopsia.
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AGENCIA BK DETECTIVES ASOCIADOS