La biblioteca Virgilio
Barco está ubicada en el majestuoso parque de Simón Bolívar, un montón de
hectáreas de vegetación, atracciones de feria, lagos, museos y canchas
deportivas para recreo de los bogotanos. Desde la cafetería de la biblioteca el
horizonte no puede ser más romántico: una cascada de agua; el jardín sembrado
de margaritas; los cerros orientales. Ni edificios ni antenas de televisión en
lontananza. Después de almorzar crema de apio; arroz con almendras y carne en
salsa con papas "francesas" (las españolísimas papas fritas de toda la vida) y
jugo de guayaba, por tan sólo dos euros, pegué la hebra con el vigilante de
seguridad Luis Ángel Martínez Ramos, nacido en Choachí. Me invitó a conocer su
pueblo, escondido detrás de los cerros orientales de Bogotá. Choachí aún
provoca miedo entre muchos bogotanos por la amenaza de la narcoguerrilla FARC.
"Puede ir con tranquilidad –dijo el vigilante de seguridad–. El gobierno de
Álvaro Uribe ha tomado el control de la carretera". En la ruta hacia Choachí,
en el páramo del Verjón, nace una parte de la cuenca del río Orinoco.
Frailejones en el páramo y aguas termales en Santa Mónica. Muñecas hechas con
mazorca de maíz y guantes artesanales de crin de caballo. Todos los domingos los
artesanos, campesinos y ganaderos de la zona se dan cita en el mercado con la
iglesia de San Miguel como testigo. Visitar Choachí es ganarle la guerra a las
FARC.
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AGENCIA BK DETECTIVES ASOCIADOS