Colombia es uno de los países de América Latina con mayor índice de homosexualidad. Pero la vergüenza atenaza a muchos homosexuales a la hora de confesarlo, y para no levantar sospecha nada como echar mano de la homofobia. ¿Por qué el narcotraficante número 82, Álvaro Uribe Vélez, cultiva la imagen de homófobo teniendo a un hijo en el gremio de la diversidad sexual? El articulista español Pedro de Silva Cienfuegos-Jovellanos ha escrito una crónica en La Provincia, cuya lectura le recomiendo a Varito (diminutivo utilizado por el patriarca mafioso Fabio Ochoa Restrepo con su entonces joven pariente). Número 82, como te dije en otra parte, la enfermedad de la homofobia tiene cura. Ponte en manos de la psicología. Es la opinión de Pedro de Silva:

"Personalmente creo que la homofobia, al menos en sus versiones más activas, es una enfermedad, y no sería inoportuno aconsejar al que la padece ir al psicólogo. El homófobo, igual que el machista (no siempre coinciden), tiene probablemente un lío íntimo con su propia sexualidad, que en el primer caso logra superar marcando distancias con el enemigo interno y en el segundo, radicalizando su virilidad para defenderla. No se trata de un mal grave, pero puede tener consecuencias graves para los demás, por lo que conviene combatirlo. El homófobo, en el fondo, no tiene miedo a la homosexualidad ajena, sino a un fantasma interior que le susurra al oído en los peores momentos. La terapia consiste en convencerlo de que conviva con él, pues no hace daño a nadie".

JUSTICIA ESPAÑOLA HUMILLADA


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RAFAEL SÁNCHEZ ARMAS

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